Juan Gossaín es un ídolo para periodistas como yo, que gustan de las personas que se saben expresar, que no satanizan, que no generalizan y, para colmo, que tiene una inteligencia que sabe sacar a relucir en sus comentarios o escritos, como pocos lo logran. Su voz gangosa en la radio nos sigue haciendo falta en la mañana a muchos.
Supo retirarse a tiempo, en un oficio del que cuesta desprenderse, y se fue a suscuarteles -no de invierno-, a Cartagena, desde donde cada tanto nos recuerda los fundamentos del periodismo, a través de crónicas y artículos.
Precisamente Las palabras más bellas y otros relatos sobre el lenguaje es un libro que construyó a partir de textos ya publicados y otros que se propuso sumar para este objetivo de 178 páginas, en el que da cuenta de la belleza del lenguaje.
A quienes nos gustan las palabras por su redondez, por su precisión para significar algo, por su capacidad de incluir en ellas lo que significan, o por su perentoriedad para no dejar lugar a dudas, o por su origen, o por lo que sea, disfrutamos de estos escritos y los acogemos con devoción. Él dice que el lenguaje es el juguete más divertido del mundo y estoy convencido de ello. Y después de leer a Gossaín, en varias de sus imaginativas formas de usarlo, si acaso me quedaba alguna duda, esta ha quedado en el pasado.
Parte de curiosidades del lenguaje, de anécdotas personales que va hilvanando, y de historias que se repiten para darnos cuenta de la curiosidad del periodista, pero narrando con la fruición que solo sabe producir el buen escritor.
Para que me entiendan. El primer escrito lo titula La hormiga y la utopía y comienza así: "Alguna vez escribí (…) que no hay un arma más poderosa que el lenguaje. Pero tampoco la hay más débil. Esa es la gran paradoja".
Y de eso va este libro, de contarnos cómo el lenguaje cumple propósitos incuantificables. Lo usamos de una manera y de otra y no sabemos muchas veces ni cómo, damos con la conjugación acertada de un verbo irregular sin detenernos a pensar en ello. Porque el lenguaje, como el corazón, funciona sin enterarnos cómo lo hace, pero cuando falla, vaya si nos enteramos.
Los textos son variados. Los hay de una página y de varias, los hay ya publicados y también inéditos. Esto hace que en uno que otro repita una anécdota, un chiste o un recuerdo, pero nada que demerite el trabajo. Es un documento que enseña divirtiendo. Qué más se le puede pedir.
Al revisar el libro para este comentario, caigo en la cuenta de que no lo subrayé en ninguna frase. Me preocupé. ¿Cómo es que no destaqué nada, si me gustó tanto? La respuesta es obvia, habría tenido que subrayarlo prácticamente todo.
En frases
* "Como pueden confirmarlo ustedes, en esta vida todo es relativo. Lo que deprime al oso polar es el verano".
* "Los crucigramistas hemos podido comprobar que la letra más repetida de nuestro idioma ya no es la a..."
* "En eso se nos ha ido la vida a los colombianos, denigrando unos de otros".
* "El esnobismo está haciendo estragos a nombre de la apertura internacional, con un refinamiento falso y más bien cómico".
* "La lengua que hablamos es de carne y hueso. Tiene cartílagos y pellejo. Porque la lengua somos nosotros".
* "Me imagino que en sus inicios el lugar común era poco común y a veces genial".
* "Las reuniones son el caldo de cultivo donde el eufemismo se explaya como la verdolaga".
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