Ya saben ustedes, amigos lectores, que tengo cierta empatía con la historia, que me gusta leer libros que traten del pasado. Y si la historia es de las ideas, mejor todavía, porque nos habla de momentos clave en los que el pensamiento hizo de las suyas para lograr transformaciones.
Terminada la Primera Guerra Mundial en el 1918, Alemania empieza a probar lo que podría ser crear una democracia, y entonces llega la República de Weimar, que tiene la difícil tarea de soportar la nostalgia por el Imperio Austrohúngaro ya ido, por recomponer los espíritus derrotistas tras perder la guerra, por buscarle salidas a la alta inflación y por encontrar los recursos para pagar la gravosa sanción económica impuesta por los países triunfantes.
Cuando todo eso pasaba, también ocurría un momento de los más cruciales de la historia reciente de la filosofía. Por lo menos cuatro personajes sembraban las bases de nuevas formas de pensar, con sus encuentros y, sobre todo, desencuentros: Ludwig Wittgenstein, Ernst Cassirer, Martin Heidegger y Walter Benjamin se movían en la Alemania de las entreguerras e intentaban imponer su visión de entender el mundo.
Tiempo de magos - La gran década de la filosofía 1919-1929 es un recorrido por la vida de estos cuatro pensadores, pero puestos en contexto de lo que sucedía también en sus países (Austria y Alemania), cómo las transformaciones sociales o económicas impactaban en sus teorías, que algunos confirmaban, otros preferían replantear y unos más buscaban en ellas una oportunidad para dialogar con la historia.
Alemania es tierra de filósofos y pensadores y fue justamente allí en donde el totalitarismo hizo de las suyas, lo que resulta paradójico. Hace pensar mucho en el frágil momento que vive la democracia colombiana, en donde parecen imponerse las bravuconadas y las ideas unívocas, por encima de los consensos y las metas comunes de un país.
Es bonito saber, por ejemplo, que en 1928 se enfrentaron en cartas públicas los alcaldes de Hamburgo y de Frankfurt para pelearse a Cassirer, en ese momento el más prestigioso filósofo. Eran ciudades que intentaban construir universidades de prestigio y atraer el pensamiento a ellas. Eso es pensar en una ciudad del aprendizaje.
Este ensayo está muy bien contado y a medida que nos va desentrañando algunas teorías de estos filósofos, incluso tan complejas como las de Wittgenstein en el Tactatus, también nos delinea sus personalidades y nos va mostrando otros actores clave en esos momentos como Russell, Ana Arendt y hasta Hitler.
El prefacio que se escoge para este libro de Goethe es muy apropiado: "La mejor que tenemos de la historia es el entusiasmo que despierta". El autor del libro, el periodista Wolfram Eilenberger, usa su prosa aprendida en los medios y la subtitulación para ayudar a ubicar a los lectores, sin alargamientos innecesarios. También sabe poner algo de atractivo erótico por acá, de humor implícito por allá, para que nadie se pierda en el mar de las palabras filosofales.
En frases
* La vida humana solo puede ser verdaderamente interior y totalmente auténtica en el lugar del que se es oriundo.
* Del santo al idiota del pueblo solo media un paso.
* Ningún individuo y ninguna disciplina particular podían seguir semejante ritmo. Tampoco la filosofía.
* Nómbrame las tres mil principales palabras que usas en tu vida corriente y te diré quién eres.
* Y si hay en la Tierra algo que salvar y sanar es la propia alma, no el mundo entero.
* En los triángulos, lo privado es el medio de una política de poder.
* El amor obra verdaderos milagros y cambia los rumbos. Al menos, en algunos momentos o en determinadas etapas.
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