Es una delicia cuando el público tiene la fortuna de encontrar un libro de cuentos, y si el autor es un reconocido maestro de la palabra, mejor. Juan Gabriel Vásquez nos trae Canciones para el incendio, que reúne nueve relatos que tienen el ritmo de sus novelas y que impactan, de Knock Out, como describía Cortázar a este género.

1. Mujer en la orilla. Un relato desde los Llanos Orientales en donde el destino le juega una mala pasada a una fotógrafa que se reencuentra con un hecho que presenció, en el que se ven las violencias sutiles que dejamos pasar, pero que nos marcan.

2. El doble. Es otra jugada del destino. De cómo alguien decide por nosotros al azar y de pronto dos vidas paralelas terminan distinto, a pesar de que se presagiaban unidas hasta el final. Soñar con cómo habrían sido las cosas de otra manera. Un relato que ahonda en los misterios de las relaciones humanas.

3. Las ranas. Aunque no asistió a Corea como estaba decidido va a todas las reuniones de veteranos y cuenta historias de lo que allí sucedió, pero no podía darse por enterado de que los caminos de la vida ponen trampas que deben resolverse en un instante. Su ventaja es que al final todos mienten.

4. Las malas noticias. Toparse con la historia extraordinaria de alguien en un bar y obsesionarse con ella hasta intentar reencontrar al narrador, pero te encuentras con que detrás de la historia más conmovedora puede haber un "hijo de puta", como lo define en el cuento Laura Semones, un personaje.

5. Nosotros. La muerte nos puede poner cita en los lugares más extraordinarios. Eso dificulta que un hombre que escapa hacia la muerte sea fácil de encontrar, sobre todo si antes se ocupa en maniobras con las que ajusta cuentas con los vivos. "Trató de esfumarse para ser otro o para ser nuevo o para dejar de ser sin molestar a nadie".

6. Aeropuerto. Pasar por extra en una película de Polanski en el aeropuerto Charles de Gaulle y tener una mínima escena al lado de Jhonny Depp parece una historia frívola, pero en la pluma de Vásquez es una aventura que se extiende en detalles dramáticos, hasta el insoportable miedo.

7. Los muchachos. Trata de las peleas que se tenían al otro lado del muro de un conjunto en Bogotá, de esos que se hicieron conjuntos porque los propietarios decidieron cerrar las vías, pero también de las soledades destinadas a encontrarse y de cómo las decisiones de los padres afectan directamente las relaciones de los hijos y los pueden hacer reencontrarse con su pasado.

8. El último corrido. Un escritor acepta el encargo de escribir una crónica sobre un grupo de corridos mexicanos de gira por España, pero su distancia con el tema, su apatía, hace que todos lo miren con desconfianza y empieza a descubrir que en esa gira se revivía una anterior en la que las cosas cambiaron. Lo descubre lentamente y en voz de un protagonista. Se asoman entonces las paradojas que enriquecen los cuentos de este libro.

9. Canciones para el incendio. El cuento que le da nombre al libro bien puede leerse como una novela corta, aunque apenas tenga 48 páginas. Es el más largo. Se trata de la historia de una mujer nacida en París, pero que por cuenta de las vicisitudes termina viviendo con sus abuelos paternos en Colombia y empieza una carrera brillante de periodista, la primera en El Espectador, pero luego llega a ponerse al frente de la finca en Quindío y termina asesinada por la barahunda de los godos avivados por un cura. Este relato rinde homenaje también al Cementerio Libre de Circasia, es una historia de profundo calado. Si la novela trata sobre los conflictos de la condición humana, más razones para decir que este bien podría leerse como una novela sin importar su paginaje.

Léanlo y me cuentan. Seguro cada uno encontrará razones distintas para disfrutar estos relatos o para controvertirlos. Espero sus comentarios para que #HablemosDeLibros.