(…) Durante años en mi función de periodista y de activista de la libertad de prensa, he podido ver el temor que pueden sentir periodistas locales, de pequeños poblados, por contar las historias cotidianas. Los he visto enfrentarse con fuerza contra la maquinaria criminal de un lado o de otro, he sido testigo de sus peripecias para llegar hasta lo más profundo de una hondonada detrás de una historia de interés público. Ah, pero si se trata de narrar la verdad sobre un crimen pasional, sobre un posible desfalco en una cooperativa o sobre los excesos del cura del pueblo o de un policía, lo piensan una y otra vez. Al fin y al cabo, estos protagonistas son sus vecinos y viven a la vuelta de la esquina.
(…) El narrador de ficción tiene la ventaja de que puede partir de hechos reales para adornarlos con su imaginación o que puede partir de hechos imaginarios y recrearlos con la realidad, pero lo que no podrá es pedirle al lector que sepa hasta dónde va una cosa o la otra. Todo es verdad y todo es mentira para quien se topa con la historia y esa es su gracia.
El lector se quedará con las historias que escuchó de sus mayores o en el café del parque y dará fe de que las cosas sucedieron como aquí se narran. Porque los relatos ya no son del escritor después de ser publicados, estos pasan a ser de los lectores y cada uno verá en ellos lo que mejor le parezca.
Por eso, historias Desde el café del parque es el resultado, seguro, de muchas reflexiones previas, de años de reescritura, porque no faltará quien quiera ver, como siempre sucede, las verdades en las recreaciones y las mentiras en las verdades. Se trata de varios cuentos que algunos preferirían que no se desenterraran ni en clave de literatura.
No faltará quién les reste valor a estos cuentos con la manida crítica que viene haciendo carrera en el mundo intelectual de calificarlos de "costumbrismo". Me parece que todo relato al final es costumbrista, excepto los de ciencia ficción, porque se trata de narrar lo que le sucede a la gente, sus costumbres; ahora bien, lo que importa es cómo decirlo, y en estos cuentos se consigue el propósito de tener una narración al servicio de la obra, con modernidad para contar esas costumbres. ¿Acaso Kafka no hablaba de Praga, García Márquez de Aracataca al relatarnos a Maconodo o Faulkner del sur de los Estados Unidos? Casi todo relato que escenifique unas formas de ser, de hacer, de vivir o de estar es costumbrista, y se sigue necesitando que nos cuenten desde allí para entender el mundo desde lo más local.
Mi tío Alfonso -Ramírez Gómez, el autor, es un estudioso de la literatura; fue tal vez la primera persona que me explicó que leer es mucho más que entender lo que dicen los libros. Sus años como docente sirvieron para influir en generaciones enteras. Nunca he escuchado a nadie un reproche para él, sino agradecimientos y admiración por su manera de ser profesor, con profesionalismo y respeto por el estudiante, algo que en nuestra época se usaba poco.
He sido testigo de cómo ha labrado estos cuentos a lo largo de los años. Alguno se lo escuché en una clase de Español, otro ya ha sido contado de manera distinta, alguno más me lo dio a leer hace años, pero veo cómo mutan, cómo pasan de una forma narrativa a otra, porque aquí lo que tenemos es un escritor de oficio, no simplemente producto de la inspiración.
Aquí hay trabajo profundo, respeto por el lector. Por eso en cada relato se ve el tono distinto, maneras narrativas diversas y, sobre todo, ese esfuerzo por transcribir la forma en que la gente habla, como lo dirían si le estuvieran contando el cuento a su amigo al sabor de un tinto o un aguardiente en el café del parque. Leámoslo para que luego #HablemosDeLibros.
* Aparte del prólogo publicado en el libro de relatos Desde el café del parque.
En frases
* Usted, mijita, se educa porque se educa, aunque sea en la nocturna.
* Según las lenguas viperinas de los bares Italia y Las Vegas, eso nunca ocurriría.
* Muy conocida por las crónicas rojas y de cuyas páginas, mcon solo abrirlas, los titulares derramban sangre.
* Crecerán sonrisas en el aire y en el pecho se abrirá un vacío como la eternidad...
* Lo que buscaba era cañar como ciertos jugadores de lulo.
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