No me cabe duda de la capacidad que tienen los escritores con oficio para entender los tiempos que corren y cómo los saben interpretar, de tal suerte que se anticipan a las cosas que suceden. Mientras leía La transparencia del tiempo, hablamos de libros con varios contertulios a quienes les comenté que en esta novela Leonardo Padura se había ido de frente contra la forma en que se gobierna su isla.
Ustedes deben saber que tengo sesgo. Padura es para mí, hoy por hoy, el mejor narrador latinoamericano. Recibo críticas y réplicas, las que quieran, pero difícilmente me van a convencer de lo contrario. Estamos ante un gran autor.
Si han leído sus libros se darán cuenta de que no es precisamente un conformista del régimen dictatorial que gobierna desde La Habana, que ya antes ha dejado ver críticas sobre todo a las diferencias sociales que se asoman allí, a pesar de haberse preconizado hasta ahora el comunismo. No obstante, en esta, su personaje principal, el expolicía Mario Conde, va dando cuenta de cómo todo se va al traste, en un sistema que acabó con los sueños de generaciones enteras, incluida la suya.
Cuenta de barrios como los que hay en cualquier ladera de nuestros países, invadidos por sobrevivientes que viven del rebusque y de cruzar las líneas de la legalidad: "las catacumbas de las catacumbas". También de una cantidad de privilegiados que ganan mucho dinero con el tráfico de bienes culturales o con habanos o con ron o con cualquier cosa, ante la vista impertérrita de las autoridades. Esto le hace concluir que puede ser con complicidad. Al final de la novela, una nota del autor en la que destaca: "los episodios del presente cubano están apoyados en un conocimiento vivo y en una indignación de una realidad que forma parte de mi propia vida". Contundente.
Y hace un par de semanas el mismo régimen cubano salió a anotar que prácticamente el comunismo como sistema de Gobierno se termina para dar paso de una vez por todas a la propiedad privada. Padura lo vio venir, lo que me reafirma que estamos ante un grande de las letras que sabe interpretar muy bien los fenómenos de su sociedad.
Esta novela trata de la exclusión de las personas diferentes, un viejo amigo del Conde lo busca para que le ayude a recuperar una antigua pieza religiosa, llena de misticismo, pero en el camino nada es lo que parece. El Bobby de ahora es un homosexual sin temor alguno, que vive de traficar arte, pero también de engañar a quien sea necesario para obtener el lucro. La historia de la virgen negra se cuenta intercalada como ya nos tiene acostumbrados el autor. La trama empieza a complicarse y el sesentón Conde avanza en las pesquisas hasta... No se las voy a contar. Léanla y hablamos de libros.
En frases
* Hablar de dinero siempre le resultaba complicado, como si involucrara en un acto pecaminoso.
* Nunca podía dejar de asombrarse e indignarse por los desmanes que les habían hecho sufrir en tierras de proclamada libertad y humanismo.
* Los dejaron vivir allí su precaria existencia, a condición de que fuesen invisibles.
* Pensó si la historia virginal que perseguía no estaría empeñada en mostrarle todas y cada una de las costras de una ciudad que, bien vista, parecía afectada de lepra.
* Todo era como un tsunami de conmociones que lo habían removido de mala manera y lo habían conectado del peor modo con la realidad de la vida y del país.
* No solo de computadores vive el hombre, menos si el hombre es un investigador policial.
* Cuando tantas cosas se iban a la mierda, él tenía el privilegio de contar con amigos que lo querían y a los que él quería.
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