Después de un conversatorio en el que compartí con los maestros de periodismo María Teresa Ronderos y Boris Muñoz en el Festival Gabo en Medellín, me esperó con la paciencia del santo Job, Marco Antonio Mejía. Yo no lo conocía, pero él quería tener la deferencia conmigo de compartirme el libro que escribió con el periodista Carlos Mario Correa, Las llaves del periódico.
Se trata de un texto muy personal, así sea escrito a cuatro manos, de dos contadores de historias que rinden homenaje al periodismo valiente de este país, encarnado en Correa, un hombre que hoy se ríe de las circunstancias que le tocó vivir a comienzos de los años 90, cuando se desempeñaba como corresponsal del diario El Espectador en Medellín. Ese anecdotario de hoy fue el miedo de ayer.
La guerra que le declaró Pablo Escobar Gaviria a este diario nacido en esa ciudad y hoy con sede principal en Bogotá puso en riesgo a todo aquel que laborara para ese medio y en la línea de fuego estaban principalmente los periodistas. Por eso, Carlos Mario Correa debió ejercer como corresponsal anónimo, clandestino. Dejó de ser un contador de historias reconocido para hacerse pasar por un contador público falso. Así alquiló una oficina de la que nadie sabía que operaba el diario más asediado por la guerra que el cartel de Medellín le declaró a la sociedad colombiana en general y al periodismo valiente en particular. Tan bien hizo su guarida que en el mismo edificio un sicario de Escobar, que allí mismo fue dado de baja.
Los autores se conocieron por la costumbre de leer este diario y principalmente su siempre famoso Magazín dominical, del que tertuliaban, antes de convertirse uno de ellos en trabajador de esa casa editorial.
Es una narración a veces personal, a veces coral y a veces como un diálogo. A lo largo de las páginas se van contando esas anécdotas dolorosas de la historia de Colombia y del periodismo y se van convirtiendo en lección.
¿Por qué hacer un oficio mal pago, peligroso y en el que no te reconocen tus aportes? Porque la gente necesita estar informada y hay quien todavía cree que una sociedad que está enterada puede tomar mejores decisiones.
Fue una época en que El Espectador se volvió invisible en Medellín, según palabra de los mismos cronistas, pero luego vinieron otras dificultades, las económicas y a ese trabajador que se entregó de lleno al medio sin miramientos lo sacaron con menos que una palmadita en la espalda.
Entonces también hay algo de revancha en contar ese episodio y da cuenta del bogocentrismo de los medios nacionales que usan a sus corresponsales para luego negarles posibilidades.
Las llaves del periódico es un libro que vale la pena que lo lea cualquier estudiante de comunicación que aún se pregunta por qué meterse en un oficio tan difícil y de tanta responsabilidad a sabiendas de que es mal pago y mal tratado. El libro lo editó el Fondo Editorial de la Universidad Eafit. Léanlo y luego Hablamos de libros.
En frases
"A uno las versiones oficiales le entran al oído o al corazón con rabia, con pereza, con aburrimiento".
"Esa es parte de la ética periodística: oírlos a todos".
"En las bancas de los parques, los viejos liberales se resignaban a las páginas conservadoras del periódico regional".
"Yo necesitaba la creatividad, esa sustancia que solamente tiene el periodismo escrito".
"Los redactores, pues, son esponjas que, para bien o para mal, deben soportar las demandas del público".
"Las ciudades de provincia eran ejes abandonados que se movían por la iniciativa de quienes en calidad de corresponsales estábamos en la jugada tan solo por nuestro entusiasmo".
"La vida es una noticia que no termina".
"Los protagonistas de los hechos periodísticos en Colombia no son precisamente aquellos seres que no tienen a nadie; las páginas las llenan la vanidad y el poder".
"Para mí, el periodismo en nuestro tiempo es el oficio más peligrosamente bello y desamparado del mundo".
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015