A propósito de una columna reciente de Moisés Wasserman (siempre excelente) titulada “Por qué? no nos dejamos convencer”, en la que refiere a uno de los propósitos centrales de la formación (el pensamiento crítico), desde nuestros procesos académicos en las universidades deberíamos insistir más en la objetividad de los juicios, en las argumentaciones que nos sirven para justificar las acciones, en los enunciados que a diario comunicamos, todo ello con el fin de saber interpretar de manera adecuada lo que sucede a nuestro alrededor. El pensamiento crítico exige, afirma Wasserman, que aceptemos como válidas aquellas afirmaciones basadas en la evidencia, lo que nos permitirá decantar, con veracidad, los juicios y observaciones que se emiten a diario.
Un ejemplo de los últimos días, que se debate en muchos medios y redes sociales, tiene que ver con el discurso pronunciado por el presidente del Congreso de la República Ernesto Macías en la posesión del presidente Iván Duque, en donde realizó gran cantidad de afirmaciones que pocos respaldaron y la mayoría de opinión rechazó por la falta de veracidad de sus pronunciamientos, en un escenario no adecuado para emitir opiniones a la ligera, y actuando como emisario de un partido y no como un representante del Senado de la República. Muchos de los asistentes a tan magno evento se retiraron, en medio de ventiscas y protestas, como rechazo a lo que, a mi juicio, se enunciaba de manera ligera y sin justificaciones verídicas.
Es desde la formación universitaria que debemos fortalecernos para construir discursos que nos permitan, no polarizar, sino construir país. Es desde el entendimiento pleno de la necesidad de mirar al otro sin rencores y odios, como podemos avanzar en la solución a los problemas complejos. Es desde la conciencia absoluta que solo fomentando la ética profesional, podemos lograr una sociedad transparente en el manejo de los procesos administrativos y los recursos financieros, para acabar con el terrible flagelo de la corrupción.
Una verdadera formación universitaria nos debe llevar a votar, con plena conciencia y de manera masiva, la Consulta Anticorrupción. Esto implica reflexionar, de manera profunda, en los enunciados que allí se plasman, para adoptar una actitud vigilante frente a tantos procesos irregulares que día a día se descubren, y que vinculan a una amplia cantidad de personas. Más allá de cualquier discurso partidista, las evidencias empíricas de los robos, estafas y engaños que se cometen a diario en muchos de los escenarios de la vida pública, deberían motivar a toda la comunidad, principalmente académica, a votar para acabar de manera sistemática con este estigma y esta pérdida permanente de recursos con los que se podrían fortalecer nuestras infraestructuras académicas y culturales, con los que podríamos pagar el funcionamiento adecuado de nuestras universidades públicas, con los que podríamos obtener mayores recursos para nuestro sistema de salud, con el que podríamos tener una mayor equidad social y territorial. Solo trabajando juntos, bajo las perspectivas objetivas que se enuncian desde el pensamiento crítico, es que avanzaremos en el bienestar colectivo. Richard Sennett nos recuerda en su obra “Juntos”, que, para lograrlo, debemos acabar con los juegos verbales de opuestos (el discurso dialéctico) y retornar a los procesos de intercambios (en formas de diálogo); que será necesario olvidar los imperativos y las posiciones dogmáticas, para trabajar en torno a subjuntivos (espacios indeterminados donde se generan dudas y expectativas, a veces inciertas); y que es prioritario sentir empatía (o curiosidad y reconocimiento de la otra persona), más que fingir simpatías que, en ocasiones, esconden falsos sentimientos. Solo, a través de un compañerismo desinteresado, es como nos permitiremos pensar en un futuro, con múltiples divergencias e incertidumbres, pero lleno de alternativas de desarrollo para nuestra sociedad.
Propongo, por tanto, que nos pongamos esto como meta, que avancemos y entre todos manifestemos con nuestro voto la necesidad de construir una sociedad que deje atrás el engaño, los odios, y que contribuya a definir un mejor futuro para las nuevas generaciones. Es ésta una oportunidad histórica y, por ello, debemos votar positivamente a la consulta anticorrupción y motivar a todas las personas a nuestro alrededor, para que juntos como ciudadanos y universitarios, y en el escenario de Manizales Campus Universitario, podamos darle una lección al país.
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