Fanny Bernal * fannybernalorozco@hotmail.com
Hay personas que viven la mayor parte del día y de sus vidas, apurados y ansiosos. Les da dificultad concentrarse, comenzar y terminar de manera satisfactoria sus deberes y responsabilidades, ya que su nivel de atención es mínimo. Se quejan con frecuencias de sus miedos e incluso piensan que algo terrible va a ocurrir, a pesar de que no haya evidencia aparente de ningún peligro.
La ansiedad es un mecanismo adaptativo que ayuda a prestar atención a ciertos momentos del diario vivir. Sin embargo, cuando ésta es consuetudinaria puede tornarse en impedimento para desarrollar proyectos personales y también para mantener relaciones armónicas y equilibradas. Puede llegar a desbordarse y, cuando esto sucede, no es fácil controlar los estados emocionales y las reacciones físicas que le acompañan.
Por todo esto entonces, hay que prestarse atención y buscar ayuda, sobre todo, cuando el miedo es excesivo, se duerme con la luz prendida, no se soporta la soledad, hay intranquilidad constante, desesperación, mal genio, cansancio extremo, alteraciones de sueño, cambios en los hábitos alimenticios (comer mucho o dejar de comer) y cuando hay uso de sustancias psicoactivas o alcohol.
La ansiedad puede llevar al aislamiento, además de generar resistencia a los cambios, preocupación excesiva, sensación de vacío. Da origen a conductas repetitivas como comerse las uñas (onicofagia), halarse el cabello (tricotilomanía) y padecer síntomas físicos como dolores de cabeza, de estómago, de las articulaciones, musculares, migraña, visión borrosa, palpitaciones, sensación de ahogo, náuseas, vómito, entre otros.
Algunas situaciones que crean ansiedad son -por ejemplo- el rompimiento de una relación, la muerte de un ser querido, pérdidas académicas, económicas, tensión en el trabajo, acoso laboral, detrimento de la salud propia o de seres queridos y, en general, otros hechos que producen gran nivel de alerta, el cual se siente y se refleja en todo el cuerpo.
Es importante aclarar que no todos los síntomas aparecen juntos y que -a veces- hay reacciones que son predecibles. En muchos casos, se requiere atención profesional para rebajar y controlar algunas de estas reacciones -máxime- cuando ellas afectan la calidad de vida.
En ocasiones, la ansiedad comienza con la ‘rumiación’ de pensamientos y la aparición de imágenes mentales conflictivas, dolorosas, de miedo, queja, culpa, celos, que se repiten una y otra vez y que originan comportamientos que en principio no son los habituales.
Así las cosas, pensamiento, conducta y cuerpo se configuran en un círculo vicioso que altera la salud mental y emocional de cualquier persona que sufra de ansiedad. Algunas acciones que se pueden comenzar a realizar para evitar este padecimiento son:
- Prestar particular cuidado a los pensamientos, en especial, a aquellos que causan la ansiedad.
- Realizar cambios respecto a algunos comportamientos cotidianos.
- Responsabilizarse del cuidado físico.
- Aprender de la ansiedad, a través de lecturas o asesorías.
- Realizar ejercicios de respiración que ayuden a controlar los síntomas.
- Aprender a hacer visualizaciones y técnicas de resolución de problemas.
- Destinar tiempo para estar al aire libre.
- Tener pasatiempos relajantes.
- Recurrir al humor, la risa.
- Escuchar música que ayude a equilibrar las emociones.
Prestar atención a la ansiedad y comenzar oportunamente a cuidarse es esencial para mantener el bienestar físico y emocional.
* Psicóloga - Docente Universidad de Manizales.
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