Fanny Bernal * fannybernalorozco@hotmail.com
Se ha puesto usted a pensar cuáles son los motivos que tiene para vivir. Qué lo lleva a levantarse cada día, a pesar del frío, la lluvia, la tristeza, el calor, la familia o…
Quizás si escribe las respuestas, pueda llenar una hoja de motivos y esos motivos tendrán nombres de personas. Y quizá esas personas le lleven a pensar en proyectos, luego esos proyectos lo encaminen a tener ilusiones y esas ilusiones sean los motores y los estímulos para el vivir, escenarios en los cuales juega un papel preponderante, el optimismo.
El optimismo es una emoción positiva de gran ayuda en los períodos de adversidad, que potencia la salud física y emocional. Es un referente de gran ayuda en los momentos de fragilidad y vulnerabilidad ocasionados por hechos difíciles o dolorosos.
Una persona optimista abre ante sí un abanico de posibilidades cuando lo requiere, en vez de quedarse en la queja que es la respuesta preferida del pesimista; en tanto que el optimista analiza, reflexiona, pregunta, le echa mano al humor y se deja ayudar, si es necesario.
Los seres positivos, se adaptan mejor a los cambios, oponen menos de resistencia hacía ellos y su actitud está abierta a los aprendizajes. El pesimista siempre está ansioso, pensando y hasta presagiando que algo terrible va a suceder. El optimista sabe que posee recursos internos y hace uso de estos cuando los necesita; el pesimista, aunque puede saber que los tiene, cree tan poco en sí mismo, que los desecha.
El optimista transforma las emociones negativas en aprendizajes positivos; mientras que el pesimista lo que hace es cargar y reprimir sus emociones, dando paso a la tristeza, a la ansiedad, a la impaciencia, hasta llegar -a veces- al abatimiento y a la angustia.
Una de las estrategias de los optimistas es que su motivación les lleva a fijarse metas alcanzables y desarrollan recursos para afrontar los escollos que se encuentran en el camino. Ellos asumen con responsabilidad sus compromisos y son creativos y proactivos en su proyecto de vida personal.
El optimista es perseverante y, aunque en ocasiones puede desanimarse, siempre encuentra fuerza y coraje para proseguir con los retos que ha emprendido, actitud que es reconocida y admirada por su entorno cercano. Lo anterior significa que es una persona que fácilmente contagia y motiva a otros con su manera de pensar, de ser y de sentir la vida.
Ahora bien, con quién es mejor compartir la vida, ¿con personas pesimistas o con personas optimistas?. Con quién sentimos más empatía, ¿con personas que se sientan motivadas con la vida o con personas resignadas?.
El optimismo es como una llama encendida, que se esparce a través del ánimo, los deseos, las ganas de sentirse satisfecho y de hacer las cosas bien con entusiasmo y pasión. Levantarse con deseos de que las horas del día a día estén acompañadas de una actitud positiva, es saber disfrutar todos los momentos, los cuales con certeza forman parte de los pensamientos y acciones de una persona con éxito y con gran motivación para vivir.
* Psicóloga - Docente Universidad de Manizales.
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