Fanny Bernal * fannybernalorozco@hotmail.com
Los rituales que se realizan el fin de año tienen algo de mágico y de realidad. Querer que muchos asuntos cambien en la vida es no solo importante, sino que forma parte de los deseos que algunos seres humanos se proponen cada que termina el año, como parte del ejercicio de evaluación y balance de lo que se ha realizado y lo que se ha dejado de hacer.
Tales ceremonias se creen mágicas, porque la gente piensa que solo basta con el deseo y en medio de los abrazos y el festejo no se dan el tiempo para advertir que cada anhelo debe ir acompañado de voluntad y compromiso, y -sobre todo- del deber de vencer la pereza.
Es relevante aprovisionarse de la incondicional voluntad para hacer búsquedas, transformaciones, giros, nuevos aprendizajes; dejar ir lo que carga, lo que pesa, lo que impide avanzar, lo que paraliza y asumir firmemente el compromiso de comenzar, seguir y avanzar.
Es de capital importancia dejar la pereza como principio fundamental para sentirse vivos, para crear, para sembrar y cultivar. Cuando se vive en una zona de comodidad, es difícil ver el horizonte, ya que falta dinamismo, movimiento para conocer otros paisajes; es estancarse. Aunque existe la posibilidad de salir de este círculo de confort, la pereza y la indiferencia se convierten en saboteadores inclementes y perturbadores.
Ustedes, se preguntarán: -¿Y quién quiere vivir bajo tales circunstancias?
La respuesta es que algunas personas viven así. Cada fin de año repiten los mismo deseos, pero sus balances y saldos se encuentran en rojo en cuanto a lo afectivo y emocional, así como en otros asuntos de su vida personal.
Así entonces, para el próximo año, el plan de acción personal hay que diseñarlo no solo con los deseos, sino además con la manera como se va a comprometer a hacer realidad cada uno de ellos, con la claridad de que ‘es usted con usted’, ‘de adentro hacia afuera’; para ello hay que cultivar la atención, la observación de la mente y la forma como se originen y sientan las emociones.
Teniendo en cuenta lo anterior, qué tal comenzar el año con el firme deseo y la actitud consciente de:
-‘No juzgar’, de dejar de entrometerse en los asuntos que no son suyos y por lo tanto no le importan.
-‘Dejar de juzgarse usted’ y más bien aprender a tratarse y tratar a los demás con respeto y consideración.
-‘Dejar de controlar’ y soltar los miedos que le impiden acercarse de mejor manera a usted mismo y a los seres queridos que le rodean.
-‘Dejar ir’ emociones corrosivas que le pesan y le impiden tener paz en su corazón.
- Dejar los chismes, las habladurías, las burlas, los insultos, las palabras, los gestos y las acciones que le causan dolor a otras personas.
Finalmente, para cualquier acción que se quiera transformar en la vida, se requiere confianza, paciencia y constancia, por fortuna son recursos que se pueden desarrollar.
Así que, saque los saboteadores de su mente y de sus pensamientos. Haga apuestas responsables por un 2019 con mayor armonía en su existencia y la de los de su entorno.
* Psicóloga - Docente Universidad de Manizales.
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