Fanny Bernal * fannybernalorozco@hotmail.com
El sentido de humanidad en algunas empresas se hace más evidente, cuando uno de sus empleados o algún familiar suyo sufre una enfermedad; al igual que si fallece uno de los seres queridos. La muerte marca un cambio en las rutinas de las personas y, cuando estas ocurren luego de un hecho brutal de violencia, las respuestas -tanto a nivel emocional como físico- implican cuidados y ciertas consideraciones.
La gestión humana empresarial significa trabajar con y por los empleados y la empresa. Es desarrollar procesos de capacitación, educación y formación; es brindar reconocimientos y ascensos, es generar espacios de motivación para ser cada día más competitivos, es prestar atención a la satisfacción del cliente externo y apoyar -con especial cuidado- el bienestar del cliente interno.
Lo anterior quiere decir que el departamento de gestión humana tiene muchas responsabilidades y grandes compromisos, entre ellos, estar atento y al tanto de lo que sucede cuando un empleado o familiar de este enferma o fallece. No se puede caer en el error de pensar que el mundo sigue sin cambios para los afectados y pretender que lo más importante es no dejar a la deriva el puesto de trabajo. Cuando se piensa de este modo, se obra de manera cruel y poco humana.
Hay quienes dicen que seguir normalmente la vida es lo más adecuado. Los que se aferran a esta tesis ignoran que cada duelo es diferente y que este no se sana manteniendo al empleado ocupado y lleno de trabajo. Es posible que esta pobre fórmula, se convierta en el impedimento para asumir el camino del duelo de una forma adecuada que le genere paz y sosiego emocional al afectado.
Acompañar humanitariamente al empleado que está comenzando a vivir un duelo es, en primera instancia, disponerse a escuchar con empatía y respeto la pérdida, es entender que en los primeros meses no hay la misma motivación para realizar el trabajo, así como tampoco para comenzar nuevos proyectos.
Una empresa en la cual se trabaje con sentido humano, sabrá entender que hay procesos que se alteran y pueden tardar un poco más para asumirse, porque la persona que sufre una pérdida no está en las mismas condiciones emocionales para estar al frente de su cotidianidad; ello conlleva a que además de paciencia, se cuente con un plan B para sortear los imprevistos.
Alguien narró lo siguiente: ‘A los cuatro días de la muerte de mi ser querido, recibí un oficio en el que me ordenaban regresar de manera inmediata a la empresa. Nadie me preguntó cómo me sentía ni qué tanto estaba sufriendo, a pesar de ser un suceso intempestivo. Me siento defraudado…’.
Es necesario saber qué tan importante es la salud física de los empleados, como la salud mental y emocional; por lo tanto, acompañar y ayudarlo en los trances de dolor, es hacer de la gestión humana empresarial una oficina desde la que se fortalezca el sentido de lo humano y se desarrollen procesos que evidencien un clima laboral en el que se reconozcan los derechos y por el que se muestre la compasión ante situaciones individuales y grupales.
* Psicóloga - Docente Universidad de Manizales.
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