Fue corto y tortuoso el camino de Copa, para Once Caldas. Su competencia exprés se selló con salida traumática, por la incapacidad para competir.
Pérdida de dinero y nombre, por bajo rendimiento, con entrenadores incapaces de entender el juego de los rivales y de potenciar el propio, ante un equipo fiel al estilo paraguayo de raspar, apretar y dominar los cielos, por su potencia en el fútbol aéreo.
Nunca entendieron la necesidad de darle sentido al riesgo de ganar, interpretando aquella partitura del año pasado, cuando reinaban la técnica, el carácter, la simpleza de conceptos y el sentido común. Pero el Once Caldas, tuvo su “Próximo domingo”, el que siempre existe en el fútbol, para redimirse ante Tolima, un rival de peso, serio y encumbrado.
Errabundo, sin brújula, en el periodo inicial, reencontró la esencia de su juego elaborado en el segundo tiempo, para reanudar el romance con el público que, con su alegría y su aplauso en fría noche, premió esfuerzo, rendimiento y resultado.
Aciertos del entrenador en los movimientos de la nómina, especialmente la inclusión de Nieto, quien vive el reencuentro de su esplendor después de un comienzo de temporada apático. Fue el mejor en el partido de Copa ante Santaní en Manizales y el guía en la reivindicación de su equipo ante Tolima.
La Liga es prioridad ahora con sucesión de partidos, ante el indulto de los aficionados por la caída en Copa y la posible regeneración de rendimiento y procedimientos tácticos que regresen la fiesta y la paz a nuestro estadio.
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