Un huracán devastador por un lado y por otro una oleada de calor; sol y agua cubren gran parte de la marcha de la tierra y los seres humanos desde antaño hemos buscado el modo de protegernos tanto de los rayos del sol como de la lluvia que empapa de agua la tierra y nuestros cuerpos y caminos.
La historia nos muestra que desde hace siglos ya se buscaba la protección no solo con los techos de las casas sino a nivel personal con la sombrilla que hoy deseo resaltar; Lu Pan, esposa de un arquitecto chino anotó hace siglos: "Mi esposo hace casas enormes, pero yo inventé un tejado que puede llevarse a todas las direcciones, a cualquier hora, por niños o adultos... inventé el quitasol".
Ese fue el primer nombre de la sombrilla. Recorriendo pinturas en rocas, paredes y lienzos se ve a personas que son cubiertas con el quitasol casi siempre llevado por un criado; hay registro de ello en dibujos y pinturas encontrados en Tebas y Memfis en Egipto; en Grecia y Roma y en otros lugares antiguos.
Eran de material vegetal; más tarde cuando se conocieron materiales más fuertes se pasó a fabricar el quitasol llamado también sombrilla, por ser sombra para la fuerza del sol y pronto con telas finas e impermeables se dio el paso hacia el llamado paraguas porque ya se podía tener ese elemento personal, fácil de portar, de poco peso para ampararnos del agua y caminar por doquier evitando la acción húmeda del agua sobre nuestros cuerpos y vestidos.
En forma casi igual y en la misma época se conoció otro elemento que favorece nuestro ir y venir por senderos del mundo: el borceguí, zueco o zapato y nos defiende también de la humedad en nuestros pies al caminar.
Si bien era costumbre transitar a pie limpio, la historia de Egipto, Grecia y Roma nos muestra que ya se tenía la sandalia fabricada con hojas de palmera y papiro que era usada sobre todo por la mujer y luego por el hombre cuando la cacería otorgó el cuero para que la mano del hombre fabricase útiles objetos, llamado "borceguí".
Desde Luis XV, en Francia, junto con el perfume ya se usaba el zapato, de cuero y tacón que luego extendió su uso al mundo entero. Tanto el paraguas como el zapato son inventos de genios anónimos a quienes agradecemos su ingenio y creatividad casi casera.
Hoy con la tela sintética y el caucho es posible tener sombrillas y zapatos de tamaños, colores, texturas y múltiple belleza y comodidad.
Gratitud a estos antepasados inventores de tantas cosas útiles y diarios y Gloria a Dios que da tal poder e inteligencia creativa al ser humano. Un motivo más para sonreír.
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