Hace muchos años la televisión colombiana emitió una simpática novela que contaba la vida de un pueblo y su párroco el padre Pío; su protagonista fue el gran actor Carlos Muñoz que se ganó el cariño de todos por su precisa actuación; entre bambalinas había un cura de la Arquidiócesis de Manizales que le asesoró en vestuario, dichos, ambientación y actitudes cariñosas; el padre Jaime Ángel Jaramillo, quien era su cuñado.
Recuerdo esto porque el pasado lunes 3 de septiembre celebramos el paso del padre Jaime a la Casa del Padre: partió al goce eterno con sus 82 años de vida y 59 años de ministerio sacerdotal; educador de juventudes y promotor social en muchas parroquias por donde laboró, entregó su existencia con limpieza de vida, brillante servicio pastoral y evangelización hasta el final.
Dos días después de su deceso la opinión pública se sintió sacudida por el anuncio de otro presbístero, el conocido padre Lineros, quien anunció su retiro del ejercicio ministerial sacerdotal al sentir soledad, si bien continúa en la Iglesia como seguidor fiel de Jesucristo a quien servirá siempre en su nueva etapa y de seguro lo hará muy bien dadas sus óptimas capacidades de comunicación.
Esa tarde me senté a pensar amando, es decir a orar, y me pregunté el por qué tanta amplitud de la noticia sobre esta renuncia que se respeta aunque duele, y por qué tan ausente anuncio en la muerte de un sacerdote que muere anciano, fiel y lleno de méritos como árbol cargado de ramas y frutos inmensos dos días antes.
Está bien, es su oficio periodístico, que se hable de esta renuncia, su impacto, sus causas y efectos, pero sí es de extrañar que nunca se hable de la continuidad, perseverancia, luchas, temores, decadencia y superaciones de aquel que cargado de años ofrenda su vida en el altar de las horas e historias de amor limpio y alegre.
No se habla nunca de la lucha por ejemplo del padre Llano que durante años en la prensa capitalina y nacional escribió inquietudes y dilemas de la vida, aportando a su vez luces y senderos del ascenso y felicidad; él debido a su edad ha dejado de escribir y se ha retirado del ministerio público, pero de seguro que si anunciara su retiro del sacerdocio y de la Iglesia sería noticia nacional y ya estaría en primer plano noticioso.
Debemos desear al buen Lineros éxitos y buen camino, pero quiero hoy resaltar el trabajo silencioso e ignorado de tantos curas que laboran a diario con agrado, amor, alegría y perseverancia a pesar de las dificultades. Un abrazo a Lineros y que continúe en camino recto, pero también un abrazo a tantos curitas que donan sus vidas sin ser noticia pero dando la gran noticia del amor de Dios.
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