Está de moda el refuerzo: Que el puente de Irra hay que reforzarlo, que hay que derrumbar algunos edificios en Cartagena, porque ofrecen peligro ya que el diseño o el material han sido incorrectos; que el edificio Space de Medellín se vino al suelo por no tener suficiente refuerzo que no soportó el peso y el tiempo.
Está claro que no basta construir, que hay que tener líneas básicas y lógicas probadas por la ciencia y la experiencia, que en ocasiones hay que reforzar lo construido porque con el tiempo aparecen grietas, filtraciones y otras causas de peligro.
En la vida humana y social ocurre lo mismo: la existencia tiene sus leyes y estructuras que se deben tener en cuenta; por ello es cierto que hay que reforzar muchas vidas y hasta destruir partes que amenazan ruina, equivocación, error; muchos desde el inicio de un proyecto vital no tienen en cuenta los caminos lógicos y positivos y pronto ven los errores a causa de precipitaciones, falta de asesoría o búsqueda de luces.
Muchas vidas matrimoniales entran en este camino porque ni matrimonio son, han llegado a ser solo aventuras rápidas y emotivas sin base de amor o sin un mínimo de libertad o conocimiento de la vida familiar, comunitaria, genética, constructiva de futuro.
Hay que volver a las bases, a los principios, a las maneras lógicas e inteligentes de construir vidas, proyectos, planes de existencia aceptable y exitosa.
En eso me hace gracia lo que dice el P. escritor José Luis Martín Descalzo cuando anota sobre la necesidad de estructurar mejor la vida presente, de buscar los refuerzos que mantengan la satisfacción de vivir: “El mundo solo se sostiene por la dulce complicidad de los niños, los santos y los poetas”.
De acuerdo, por ello debemos cuidar la niñez, evitar a cómo sea dable todo escándalo o abandono de los niños, resaltar las vidas de hombres y mujeres dignos de imitación y recuerdo y dejar que las bellas letras en expresiones hermosas nos amplíen el camino con horizontes de ascenso y belleza. 
Es volver a las bellas páginas del Evangelio que son como regalos frescos, seguros, fuertes y finos para construir y reforzar vidas y sociedades.