Casi como de agonía fue la noche del 18 al 19 de abril; el dolor empapó nuestra tierra querida; temprano comenzó lo que se convirtió en drama de dolor por la fuerte lluvia que al amanecer mostró la magnitud de lo sucedido con aludes mortales, inundaciones de pegajoso y nada amable barro, damnificados nacidos de instantes por lo fatal de la fuerza desbordada del agua: la naturaleza es bella pero desbordada se hace destructora y así sucede en la vida.
En la mañana no se sabía si el rostro estaba mojado por la lluvia o por las lágrimas de ver la ciudad aporreada, destruída por zonas, y el cerro Sancancio por primera vez en muchos años despojado de su verdor y mostrando la llaga destructora y peligrosa que brota barro y agua.
Un bálsamo sin duda fue la solidaridad ciudadana, la movilización total, la presencia de autoridades, organismos de socorro y salud, medios de información locales y nacionales, organizaciones de beneficencia y eficacia: fue una respuesta saludable y de unidad, eco del llamado a amarnos como hermanos.
Los afectados por la tragedia mostraron una nobleza, fortaleza y valentía que dan orgullo de ciudad: las familias se unieron para recibir con afecto en la noche a quienes dejaron sus casas por destrucción o por precaución: se puede decir que la ciudad ganó la nota por su respuesta y reacción frente a tan gran tropiezo.
Otra noticia que cubre a Colombia pero también a nuestra ciudad se escuchó y esta vez desde la sala del Congreso de la República: la juventud está casi perdida, hundida, atada, desviada, sin presente y sin futuro y todo ello por la acción de la drogadicción que está anulando el poderío juvenil, la inteligencia naciente, la capacidad para el trabajo y la correcta vida familiar y social: alguien ha hablado de una generación perdida, un conglomerado de casi autómatas que deambulan perdidos en la inmesidad de la ciudad y la prisión de sus mentes.
Lo raro es que apenas se ponga en temática tan infortunado hecho nacional y local: minimizar el impacto de la droga así sea dósis mínima en la vida de un ser, dejar de crecer como ave al viento del cultivo, la oferta y el consumo de drogas está mostrando ya sus fatales resultados, aquellos que al ser anunciados en años pasados eran tratados como ideas viejas, parálisis cultural, fanatismo idealista, “trabazón” al libre desarrollo de la personalidad.
Como Pilatos mostró a la multitud a Cristo desfigurado por el maltrato y los azotes, así ciertas ideologías pueden mostrar al jóven de hoy en el escenario de la historia: he aquí al homre que hemos construído, deformado, perdido, confundido, ahogado y enceguecido, drogado.
En verdad, noche oscura y dolorosa hasta las lágrimas por estas dos notas pero ocasión para reflexionar, recontruir y avanzar con más aciertos.
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