"Los quiero concentrados y nos vamos a llevar esta copa para nuestra Diócesis"; así anotaba el director técnico del equipo de fútbol de la Diócesis de Pasto en el pasado campeonato de fútbol Nacional para presbíteros que desde el 2013 se ha venido celebrando en el país.
Entramos a la quinta versión del certamen deportivo "la copa de la Fe" que va a ver rodar del balón en el fútbol con los malabarismos de varios presbíteros de diversas diócesis que con ello no solo desean hacer deporte para la salud sino buscar maneras de unidad, acercamiento y dar buen ejemplo en las canchas jugando en cordialidad; es el Evangelio llevado a la gramilla entre sudor, abrazos y sonrisas tras cada gol y término de los partidos.
Bogotá y Cali han sido escenarios de las pasadas versiones que según comentaristas del deporte muestran figuras del fútbol de un juego correcto y altura de los profesionales; este año dentro de pocos días la copa de la Fe se jugará en Cúcuta con un matiz llamativo: podrán participar equipo de presbíteros del vecino país de Venezuela para reforzar la fraternidad y dar oportunidad a un descanso y camaradería.
Pero no se trata solo de reunirse para "jugar al fútbol a la altura de un mundial" con curas que ponen alta talla deportiva sino que se busca dar ejemplo de "juego limpio" donde las tarjetas amarillas se vean poco y ojalá las rojas jamás; es frecuente ver cómo el jugador que cae es ayudado a levantarse por manos fraternas y amigas con el sello de sonrisas cordiales.
Algo más llega con esta "copa de la Fe"; en algunos días y tras horas de entrenamiento y juego de partidos con calendario serio incluido, los presbíteros participantes que a veces pasan de doscientos visitan cárceles para predicar, confesar y celebrar, centros comerciales para la misma actividad pastoral y además se reparten en varias parroquias en las cuales en las horas libres atienden la consejería espiritual que tantos reclaman.
Es tener "el juego limpio" e ir más allá del juego en un servicio que responde a la vida presbiteral; tareas pastorales han brotado con la invitación a uno y al otro para compartir la obra evangelizadora y dar el sello de apertura, catolicidad, universalidad, fraternidad y agilidad que da al amor mutuo.
Cúcuta verá rodar el balón pateado con destreza por casi doscientos curas de todo el país y de Venezuela; será el Evangelio rodando para hablar de unidad, gentileza, simpatía y paz dentro y fuera de las canchas. Una oportunidad para que Dios aplauda... y nosotros también.
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