Era el 22 de noviembre del año 230 y una espada caía inclemente sobre el cuello de una hermosa dama romana llamada Cecilia quitándole la vida; había sido dada en matrimonio, pero ella quería permanecer virgen y vivir en sencillez dando lo suyo a los pobres; era alegre y gustaba del canto y la música si bien no hay certeza de si tocaba algún instrumento.
Condenada a morir por ser cristiana dentro del círculo cercano al emperador; su vida llamó la atención del mundo social de su época y ya en el siglo IV se construyó en Roma una Basílica con su nombre pues siempre se reconoció su vida santa; canonizada fue aún más admirada y una hermosa estatua en mármol se encuentra en una de las catacumbas romanas con su expresión de donación total.
Pronto fue nombrada patrona de la música sobre todo de la religiosa y posteriormente de la universal; por ello hoy es el día de los músicos, de quienes tienen dedicación a este arte sublime y de altísma significación en la vida; la música impulsa emociones, crea fantasías, despierta sueños, abre horizontes y penetra en el espíritu con sus mensajes ya sea solo de acordes y sonidos o bien se acompañe de la letra y mensaje.
Es diciente que casi toda celebración humana se acompañe de la música porque el acento de esta enmarca con emoción los instantes de la existencia y pone énfasis de belleza en cada actitud vital.
El 16 de noviembre pasado se interpretó en la Catedral Basílica una Misa criolla por una coral y una orquesta nuestra de carácter juvenil y universitario que puso marco de solemnidad y belleza a la Eucaristía presidida por el señor arzobispo de Manizales en acción de gracias por la terminación de la primera etapa de las tres preparadas para la restauración total de la hermosa Catedral Basílica de Manizales, símbolo de raza y de fe, de osadía y audacia.
Esta celebración motivó la presencia de la juventud estudiantil de Manizales que en una urna de cristal depositó el aporte de sus colegios para el arreglo del atrio de la Basílica diciendo con este conmovedor acto presente a la marcha de la ciudad y su símbolo egregio.
Nos hizo recordar el hecho lo narrado en Deuteronomio 31: Moisés está ya envejecido y sabe que no podrá llegar hasta la tierra prometida al frente de su pueblo Israel; por ello llama al joven Josué y le hace entrega del mando de su pueblo, le ruega lo conduzca hasta la tierra prometida y le aconseja: “sé fuerte y valiente”.
En medio de la sacra música estos jóvenes recibieron un llamado para tomar la antorcha de los mayores y continuar construyendo en esta época un mundo cada día mejor con el sello de su alegría, sus cantos y generosidad.
Felicitaciones a quienes con la música nos enmarcan la vida con notas de belleza y eternidad.
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