Para muchos es el dominador del mundo, es la puerta a la felicidad, es el sinónimo del bienestar, es el medio indispensable para existir; ya Carlos Marx basa parte de su pensamiento en la existencia del dinero y su uso.
La verdad es que del dinero hay uso y abuso; el problema no es tener dinero, ya que muchos saben usarlo, invertirlo y hacer prosperar a muchos con el empuje de don dinero: es manera de canalizar el hecho de ser administradores de los bienes en bien de la comunidad humana.
Es verdad también que existe el enriquecimiento ilícito y que las leyes civiles dan fuerte en este asunto; la acumulación indebida, el evitar la manera de dar uso social al dinero personal, son modos y mañas que se expanden en el mundo de las finanzas.
Está en el tapete el llamamiento a juicio de parte de los entes fiscales europeos y americanos a personajes que ganando altísimas sumas de dinero parece que evaden el pago de los impuestos que la legalidad exige a los ciudadanos; astros del deporte como Cristiano Ronaldo, Di María, Falcao y Jamen han sido requeridos por la justicia española para declarar sobre el manejo de sus gastos e inversiones.
Lo anterior indica que es desde todas luces verdad lo que indicó tantas veces Jesús de Nazareth al resaltar que somos administradores de los bienes que el Señor pone en el mundo, que es parte de esa administración dar un sentido social a los bienes, que la justicia es componente de la vida cristiana; aclara también que “la vida no depende de los bienes” sino que el amor debe guiar su consecución, gasto y repartición.
Le escuché a un comentarista sobre este caso que anotaba: “la verdad yo no figuro en la lista de enriquecimiento ilícito, sino en la del empobrecimiento ilícito”, “ya que nací en pobreza, he crecido en penuria por injusticia debida al mal gasto y mala inversión de los encargados de repartir el dinero de manera justa, equitativa”.
Muchos pueden aseverar lo mismo; está empobrecido ilícitamente el empleado mal pago, el hijo abandonado por sus padres y dejado en la pobreza sin recibir la atención que en justicia los padres deben dar a sus hijos, la esposa abandonada y que no vuelve a recibir asistencia de quien se comprometió a formar hogar y comunidad de amor.
Muchos se atreven a afirmar que no existen pobres, que nadie nace pobre porque el mundo está rico en bienes y oportunidades, que Dios ha puesto en la naturaleza toda la riqueza para mantener en lo fundamental al ser humano, que es mejor hablar de “los empobrecidos” de los que nacen y viven sin lo necesario porque el dinero está mal distribuido, pésimamente gastado y avaramente guardado por algunos.
Dinero manejado sin amor cae en injusticia y empobrecimiento que alimenta la injusticia canal de violencia y odios.
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