La división está resaltada: que si se está por la derecha o la izquierda, que si se es amigo o enemigo de la paz, que si cree o no en Dios, que si ora se está marginando del trabajo y labor en el mejoramiento del mundo.
Creo que puede traernos una luz el calendario de hoy que hace memoria de San Benito quien existió en el siglo V en un ambiente que exigía precisar la esencia del creyente cristiano ya que aparecían cismas y herejías que traían tempestad y dudas.
Benito se formó bien en sus estudios y en una vida correcta familiar; vislumbró que la manera de vivir muy bien el Evangelio era hacer práctica profunda de oración permanente y por ello se retiró en soledad a la montaña y al ver que algunos se le juntaban en dicha experiencia fundó un Monasterio para la vivencia comunitaria de la Fe; hoy quien visita a Europa es muy posible que le lleven al monasterio de Montecasino para conocer el lugar donde se inició la experiencia monacal en Occidente.
Se vio crecimiento espiritual en los monjes que pronto se vieron imitados por monjas que establecieron también monasterios como centros comunitarios de experiencia de oración y convivencia. Benito, después de un tiempo cayó en la cuenta que para existir bien era necesario el trabajo comunitario.
Monjes haciendo de comer, limpiando el edificio, ordenando lugares de reunión y cultivando huertos con siembra de plantas que produjeran frutos para la mesa diaria. Benito sacó entonces un lema que ilumina mucho la vida de todo cristiano "ora et labora" que traducido del latín original nos dice "ora y trabaja".
Fruto de lo anterior nació en los conventos y monasterios el servicio de las hosterías como acogida al peregrino que encontraba cobijo, alimentación, descanso, oración y consejería; el lema dio resultados positivos y aún hoy dirige la actividad del cristiano quien debe orar y laborar cada día por el bien y progreso de sí mismo, de su familia, su comunidad y la sociedad en la cual vive.
Orar sin trabajar es someterse a la sentencia de Cristo: "no todo el que me diga Señor, Señor, entrará al Reino de los Cielos"; trabajar sin orar es arriesgarse a "edificar la vida sobre arena" como anota Jesús y acercarse al cansancio y vacío vital.
Pero hay algo peor que lo anterior, que vivir a medias la vida creyente y es "ni orar ni trabajar", es llegar a un nivel más bajo que el robot que al menos trabaja, es caer en la pereza mortífera, en la falta de servicio elemental.
En verdad es buen lema dado por Benito: "orar y trabajar" que rompe toda dicotomía o enfrentamientos dañinos y destructores.
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