Estamos ya instalados en el cuarto mes del año; abril; su nombre viene del latín "aperire" que significa abrir; como quien entra a una nueva casa o a un edificio grande resulta grato abrir puertas y ventanas, encontrar sorpresas, posar la mirada sobre novedades y belleza.
Este mes nos invita a seguir adelante en el nuevo año y dejarnos sorprender por los dones de cada día, por el ritmo de la jornada que para nuestro caso la llamamos cuaresmal, que es permitir que los cuarenta días de esfuerzo hacia la conversión y vida mejor nos abra caminos y senderos de avance, ascenso y regocijo que nos trae la contemplación de la vida, pasión, muerte y Resurrección de Jesús de Nazareth.
Me parece que al respecto cae bien recordar que el tres de abril de 1989 murió ante el pesar nacional Carlos Castro Saavedra, poeta de hermosas rimas, luminosas descripciones y un arte bienvenido para ver en las pequeñas cosas estrellas que adornan el firmamento de nuestra labor diaria y a veces mal valorada.
Nació este brillante cantor de la belleza en Medellín en 1924 y desde joven untó sus ojos de esplendor en sus escritos todos de gran lección y exquisito uso del lenguaje, ritmo y descripción.
Entre sus obras recordemos: cantos de la naturaleza, himnos al amor, la Patria y la tierra lúcida de mar, montes y valles; el elogio de los oficios que fue publicado por el Sena cuando además de la inteligencia se alimentaba el ánimo y la emoción de vivir; cantor de las cosas elementales que en su pluma aparecen con aureola de hermosura.
En esta avanzada cuaresma recordemos lo que lanzó en fuerte voz el papa Juan Pablo II al mundo para su despertar: "abran de par en par las puertas a Cristo"; buena consigna para esta cercana Semana Santa.