La existencia nos invita a cambiar muchas veces, a madurar en pensamiento y actuación, a dar pasos en actitudes que frenan e impulsan nuestro vivir con el tejido del progreso y felicidad; por ello las celebraciones religiosas, los ejercicios espirituales, el estudio en la academia, las pausas de reflexión, son pasos oxigenantes e iluminadores.
Hoy vale recordar una vida que es ejemplo de cambio señalando que el 24 de enero es memoria de San Francisco de Sales, hombre que nos ofrece ejemplo en este desarrollo vital; su cuerpo fue trasladado al convento de la Visitación en Annecy (Francia) fundado por él si bien fue luego llevado a Venecia como consecuencia de la persecución brotada en la Revolución Francesa en su etapa de destrucción y muerte.
Francisco nació en familia noble; sus padres lo enrutaron por la vida de la nobleza de aquella época (nació en 1567 y murió en 1622) y por lo tanto estudió alta academia, se hizo doctor en Derecho, tomó lecciones de equitación, baile y esgrima, todo para aparecer como gran caballero que llegó hasta estar cerca de ser magistrado.
Era reacio, de tendencia a ser burgués, de brillo y alabanza; pero un día al conocer el Evangelio resolvió dar un giro a su existencia y todo lo anterior lo asumió pero para una nueva vida; empezó lo que más tarde se llamaría “camino del amor divino”.
Aquel hombre llegó a ser obispo de Ginebra y se distinguió como “santo caballero” ya que sin dejar sus modales, nobleza, y sanas costumbres se convirtió en un hombre de bondad para con todos, de paciencia y gentileza, de gozo inmenso para vivir, de inteligencia reconocida y alabada que le hizo escritor prolífico.
Nos deja el legado de sabias cartas a sus amistades y fieles, de libros con inmensa sabiduría como “introducción a la vida devota” y “tratado sobre el amor de Dios”. Muchas comunidades tomaron sus orientaciones como aquella que que “más se logra capturar moscas con una cuchara de miel que con un barril de vinagre”.
Creo que hoy cuando la violencia de corazón, familiar y social que se arrecia ahora en estas campañas políticas que enardecen ánimos hacia la división y odios, vidas como esta de San Francisco de Sales nos invitan a dar un paso hacia cambios posibles.
Es necesario emprender cambios hacia el diálogo inteligente y sereno, hacia la escucha de opiniones diversas sin llegar a enfrentamientos de insultos o humillaciones, de dar pasos al interior de cada hogar y sitio de trabajo para llegar a manifestar gestos de cultura, gentileza, hidalguía, bondad, buen trato.
No es fructuoso salir de una Eucaristía, un rato de oración, una lectura bíblica, una sesión de trabajo sin expresar ese gozo en actitudes alegres, cordiales, fraternas, bondadosas, permeables al perdón, a la reconciliación, al diálogo sereno y profundo.
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