Hay enfermedades de visión que requieren del optómetra que tanto bien hace en la humanidad, pero no siempre el mal está en el ojo sino en el vidrio sucio de la ventana que no permite ver claro o en el estado de ánimo que no deja mirar con equilibrio la vida; esto lleva al Apóstol a aconsejar un “buen colirio” para limpiar la mirada.
Hay dos miradas sobre la vida que depende mucho del sitio en que uno se sitúa; si alguien está junto a la puerta que dice “sala de partos” es seguro que la perspectiva es de vida más que de muerte; si se está junto a la puerta de letrero “morgue” la mirada está en la muerte.
Vale constatar frente a cuál puerta estoy: vida o muerte; muchos tienen una mirada siempre negativa sobre todo y de todos; nada es bueno, todo es malo, todo perdido, todo hacia el abismo; en nadie se puede confiar, todo es engaño y mentira, quien ahora está bien mañana de seguro hará el mal; el mundo es catástrofe, el ser humano una peste, la existencia una pesadilla o como dijera Santa Teresa “una mala noche es una mala posada”.
Para otros en cambio la vida es fiesta donde no tiene sitio el dolor, vacaciones continuas donde el trabajo es peso y desgaste, cada día ocasión de gozar y hacer lo menos posible al mayor costo económico, hacer respetar mi yo aunque sufran los demás, vivir el hoy como si yo fuera único mortal, acumular y derrochar.
La verdad es que la vida es lo uno y lo otro: estamos para ser felices pero a base de vencer obstáculos, de adquirir fortaleza, de amar y servir sin medida; como el pueblo de Israel que sale de la esclavitud de Egipto hacia la libertad y felicidad de su tierra pero pasando por un difícil desierto con etapas, pruebas, pausas, solidaridad y escucha de Dios.
La Cuaresma me enseña esta realidad: salir de un punto para llegar a otro mejor, limpiar lo sucio para lucir la belleza elemental creadora tal como Cristo que abraza la Cruz, es derribado, azotado, burlado, crucificado pero resucita en fulgor y libertad.
Vivir es como Jesús estar en la cruz rodeado de un hombre que llega a amarle y otro que se hunde en el rechazo pero permanecer en el amor valiente y dando esperanza y camino aún con las manos y los pies clavados. El Evangelio es realidad, es verdad, es camino de vida auténtica, es cátedra de sabiduría.
En esta Cuaresma ojalá miremos más la Verdad, usemos el colirio del Espíritu que aclare nuestra mirada para que sea equilibrada y de alcance infinito. Necesitamos mirar bien la Cruz y la Resurrección, con quién vivimos, con quién compartimos, por quién vamos a votar para elegir dirigentes sensatos, quiénes son nuestras amistades que faciliten el avance diario.
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