Al visitar una cárcel en cuyos patios caminan quienes han sido privados de la libertad, y condenados solo su conciencia sabe si justa o injustamente, una nube de incertidumbre hace opaca la existencia, pero me llamó la atención un letrero inmenso al pie de la puerta de entrada: "aquí también hay esperanza".
La hay porque donde hay seres humanos hay sueños, proyectos, deseos, pasos de conversión y vida nueva; muchos allí dejan según término bíblico "el hombre viejo" para llegar a ser "hombre nuevo", mujeres y varones orientados hacia lo mejor.
La esperanza es una dimensión humana y personal, no se impone ni se obliga a tenerla porque es cada uno quien decide si espera o no, desespera o entra en rabia y odio; cada uno es libre de hacer el camino de la vida de manera iluminada u oscura, de caminar por un túnel o un sendero abierto y lleno de luz.
Por esto se dice que Jesús de Nazareth es buena noticia porque hace sentir persona a quien le recibe, mantiene la vida en movimiento creciente, convierte cada caída o crisis en oportunidad de cambio y avance.
Por ello hoy se hace memoria de San Antonio María Claret, 24 de octubre; nacido en España pronto se dio para la misión y fue enviado a Cuba donde como arzobispo levantó el ánimo de todos y sumó al calor del sol el fuego del Espíritu que llenó de animosidad; fundó una comunidad religiosa, los misioneros hijos del Corazón Inmaculado de María que en Manizales tienen una parroquia y difunden el bien por doquier con valentía y entusiasmo.
Claret llenó de gozo el corazón de los cubanos que aún le recuerdan con gratitud ya que llenó de sentido sus existencias, de esperanza su presente y futuro, de bases sólidas el devenir de cada día. Enfermo por el desgaste natural de la vida regresó a España y allí murió feliz de la obra adelantada.
Ojalá que en cada hogar, lugar de trabajo, hospital, sitios de recorrido diario brille con luces que resaltan el camino las palabras desgranadas con olor a perfume: "aquí también hay esperanza", donde hay un niño y un anciano, un hombre y una mujer, un sano o un enfermo, un empleado o desempleado, un profesional o un iniciado en las letras básicas.
Para la sana convivencia es urgente creer que hay esperanza: cada ser tiene la fuerza suficiente para surgir, dejar lo inconveniente, adquirir lo conveniente, sembrar sonrisas con ausencia de odios, mirar con proyecto de vida.
Cada uno debe grabar en su corazón para tener fuerza de avance y progreso: "aquí también hay esperanza", semilla de mundo nuevo y mejor.
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