En la primera semana del gobierno de Emmanuel Macron y su Primer ministro Edouard Philippe se ha conformado un gobierno en Francia compuesto de figuras moderadas de derecha e izquierda que aceptan trabajar juntas por el bien del país, deponiendo las armas del sectarismo ideológico que hace imposible todo diálogo.
Hasta ahora la derecha gubernamental ha descalificado todo lo hecho por los gobiernos socialistas, votando incluso contra medidas que ellos mismos proponían, solo con la intención de invalidar esas acciones y molestar al rival. Y a su vez los socialistas y la izquierda en general no han reconocido nunca las medidas positivas aplicadas por gobiernos moderados de derecha o de centro.
La política se ha convertido en el medio siglo que va de la Quinta República en un circo de políticos cínicos e intolerantes que riñen en permanencia por los votos y deshacen en el gobierno las medidas tomadas por el anterior gobierno aunque hayan sido buenas.
Cuando la derecha llega al poder reduce los impuestos de los ricos y las empresas y cuando es la izquierda la que toma las riendas los aumenta. La derecha aumenta las condiciones de tiempo requeridas para las jubilaciones y la izquierda en su momento las baja. Unos critican el sistema de bienestar social y otros lo defienden. Unos impugnan a los inmigrantes y extranjeros como causantes de la crisis y los otros abogan por una república multirracial y laica. Los republicanos abogan por la defensa de la laicidad y los muy conservadores se apoyan en las iglesias y critican el derecho al aborto y los derechos adquiridos por los homosexuales. Y así sucesivamente ocurría el vals de la política francesa hasta que llegó el joven prodigio Emmanuel Macron.
Un año antes de las elecciones el precoz e inteligente ministro de Economía de Hollande dijo que no era de derecha ni de izquierda, abandonó el gobierno , fundó el movimiento En Marche y abogó por un gobierno donde las fuerzas vivas moderadas de ambas tendencias se unieran para gobernar sin prejuicios. Y en poco tiempo logró congregar a millones de ciudadanos pragmáticos cansados de los viejos políticos, sus artimañas y mentiras y de la hegemonía de las dos fuerzas que se han repartido poder, ministerios, presupuestos y canonjías a lo largo de medio siglo.
Al parecer, según las encuestas de esta semana, su movimiento En Marche se acercará u obtendrá la mayoría en el Congreso, reduciendo la fuerza de los dos partidos tradicionales, el Partido Socialista y los Republicanos. No sabemos cómo funcionará el experimento, pero es bueno intentarlo al menos. De lograrlo se iniciará un nuevo capítulo novedoso en la política de la tierra de Montaigne y Balzac.
El primer gabinete ministerial es inédito: hay viejos políticos moderados con experiencia como el centrista Francois Bayrou y los socialistas Gérard Collomb y Jean Yves Le Drian que fungirán como patriarcas septuagenarios en las carteras de Justicia, Interior y Relaciones Exteriores. En Economía estará el Republicano de derecha Bruno Le Maire y en Ecología la estrella ambientalista Nicolas Hulot, que se había negado hasta ahora a participar en cualquier gobierno.
Para aplicar la paridad prometida habrá 11 ministros mujeres y 11 hombres. Y entre las de sexo femenino se destacan la ministra centrista de Defensa Sylvie Goulard y la de Cultura, Francoise Nyssen, cabeza de la prestigiosa editorial Actes Sud. O sea que el coctel aparece por ahora como una apuesta al cambio donde no gobierna un bando solo sino una mezcla de figuras de las diversas tendencias moderadas y pragmáticas.
Entre los resucitados se destacan los miembros del partido de centro Modem, que habían sido atacados de manera inclemente por los líderes de la derecha tradicional encabezada por el pugnaz expresidente Nicolas Sarkozy y el católico Francois Fillon, que ahora pasaron a buen retiro. Resucita Bayrou, un profesor de letras inteligente y tolerante que fue tres veces candidato presidencial del centro y llega al gobierno para dar brillo a la cartera de Justicia, que desde hace años estaba en manos de figuras polémicas de rango coyuntural. También logra la cartera europea, en manos de la activa Marielle de Sarnez.
A su vez el moderado exprimer ministro de Jacques Chirac y alcalde de Burdeos Alain Juppé, que fue descartado en las primarias de la derecha a favor de un candidato más derechista Fillon, logra poner como Primer ministro a su pupilo Philippe y a otras personalidades de su tendencia, retornando de esa forma al primer plano del poder.
Ahora figuras antes antagónicas como perros y gatos se sientan en la mesa para trabajar por sus respectivos países, como ocurre en la Alemania de Ángela Merkel, donde ella gobierna en coalición con sus adversarios socialdemócratas.
En estos tiempos de mediatización acelerada, la riña permanente entre gente de izquierda y derecha moderada, los insultos, las impugnaciones, los odios, los anatemas contribuyen en los países a crear neurosis nacionales que tarde o temprano terminan en la violencia y dividen en los hogares a las propias familias intoxicadas por el espectáculo televisivo del boxeo político que dan líderes políticos malencarados y amargados.
En vez de buscar concordia, tolerancia, diálogo civilizado, discusión, debate, esos políticos cascarrabias de estilo rufianesco y delincuencial solo contribuyen a quitar energías a los países en donde actúan como sanguijuelas, garrapatas o niguas que chupan la sangre y la riqueza de sus respectivos países.
Nicolas Sarkozy, Francois Fillon y Marine Le Pen en la derecha y la extrema derecha fueron admonestados por el elector y en la izquierda ni Benoit Hamon ni Jean Luc Melenchon lograron ganar la partida y llegar al poder. Todos ellos conservan fuerzas, pero Emannuel Macron es el nuevo monarca republicano.
Los franceses mandaron a buen retiro a todos los viejos políticos que cambiaban de ideas según las tendencias y hablaban malencarados con gestos de gallos de pelea o de perros rabiosos y en su lugar pusieron a un joven de 39 años, jovial y abierto, que si tiene éxito dará el brillo que Francia requería y fortalecerá a una Europa amenazada por los extremistas de todos los bandos.
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