Coincido totalmente con la carta de Mario Vargas Llosa sobre la grave deriva del centenario PEN Internacional al tomar partido por el movimiento racista y supremacista del reciente independentismo catalán, que en el pasado ha hostigado a escritores españoles y sudamericanos de habla española en Cataluña asentados en Barcelona, como Cristina Peri Rossi, lo que llevó a una carta de apoyo de centenares de firmas. El Premio Nobel Vargas Llosa fue presidente del organismo y era en la actualidad uno de sus presidentes eméritos.
Es grave que los intereses ideológicos del un alto miembro catalán de la dirección del PEN lleven a embarcar al PEN Internacional, organización de larga historia y neutralidad humanista y cosmopolita comprobada, en un conflicto auspiciado por fanáticos políticos supremacistas y racistas catalanes con escaso o casi nulo pasado de escritores o periodistas. Hay que recordar que el PEN (Poetas, ensayistas y novelistas), fue fundado en 1921 por la escritora Sapho y su primera reunión contó con la presencia de Joseph Conrad, George Bernard Shaw y H. G Wells y después con figuras como Paul Valery, Thomas Mann, Alfonso Reyes, Jorge Luis Borges, Nadine Gordimer, Toni Morrison y Elizabeth Craig, entre otros miles.
Sería bueno que los centros que fueron embarcados de buena fe en esta deriva más que todo por desinformación, estudien con mayor atención este conflicto, que yo he seguido porque amo a Cataluña y a su literatura desde mi adolescencia. Grandes sabios catalanes cosmopolitas influyeron en la cultura latinoamericana, como Ramón Vinyes, el sabio catalán exiliado en Barranquilla, que fue clave en la vida de Gabriel García Márquez y a quien menciona en Cien años de soledad. Y como él decenas de catalanes ilustres que vivieron y nutrieron la cultura de México e hispanoamericana desde Ciudad de México y otras capitales latinoamericanas.
Admiramos a grandes escritores catalanes como Josep Pla y Mercé Rodoreda y a tantos poetas admirables de esa lengua, abiertos a los demás sin fronteras ni nacionalismos, así como a los catalanes que escriben en español como Juan Marsé, Eduardo Mendoza y Enrique Vila Matas o al gran cantante Juan Manuel Serrat, que se opone a las derivas del nacionalismo independentista antiespañol, como lo hace también el gran novelista Marsé.
El Pen de México, país donde vivieron y viven grandes autores de origen catalán abiertos al mundo que no hostigan o desprecian a los españoles y a su lengua, la del Quijote de La Mancha, se deslindó y dijo que nunca recibió el documento, ni lo debatió ni lo firmó. Me alegra que el Pen México, el de Alfonso Reyes, Octavio Paz y Elena Poniatowska, no quede involucrado en esta lamentable deriva en la que como un todo se vio involucrado, tal vez de buena fe, por impericia diplomática y por no conocer en su complejidad el problema y las consecuencias del conflicto auspiciado por los supremacistas catalanes, apoyados por varios partidos de extrema derecha racista europea.
Al apoyar a estos fanáticos supremacistas el PEN Internacional manda un gesto equivocado a los escritores españoles en general y a los catalanes que escriben en español y que han sido borrados abusivamente de las listas de la presencia catalana en la Feria del libro de Fránkfurt, por el pecado de escribir en español o ser "charnegos", o sea, como Marsé, hijos de migrantes pobres de otras regiones españolas como Andalucía, Murcia, Galicia, Extremadura, Asturias, o Castilla, entre muchas otras.
El poderoso Pen Catalán, financiado en parte por el Govern autonómico catalán para hacer lobby a favor de los independentistas, razón por la cual embarcaron a la dirección del organismo, ha logrado bloquear inclusive la existencia de un Pen español al interior del Pen Internacional por medio de todo tipo de triquiñuelas y ahora busca crear un Pen español a su servicio. O sea que hoy España cuenta con Pen catalán, vasco y gallego y no con Pen español, lo que es realmente absurdo y debe concitar la solidaridad de las antenas latinoamericanas.
Esta fobia antiespañola de los supremacistas catalanes es tanto más absurda cuanto el propio Quijote de la Mancha asiste en ficción a la edición de la segunda parte de su historia en Barcelona y además la obra concluye en playas cerca de esa ciudad con el famoso duelo del Ingenioso Hidalgo con el caballero del Verde Gabán. Es irresponsable hacer creer a personas desinformadas de otros continentes que la España actual es una dictadura que encarcela escritores. Eso es falso e injusto.
Todos sabemos desde la experiencia nazi en Alemania o mussoliniana en Italia que los nacionalismos conducen a la discriminación del otro, a crear enemigos imaginarios, a discriminar y luego a la guerra y el exterminio o el genocidio, como ocurrió en Armenia y los balcanes. Y sabemos también que el fanatismo nacionalista no tiene sentido del humor, como no lo tienen las dictaduras ni los racistas catalanes corruptos encabezados por Quim Torra, quien preside en la actualidad la Generalitat de Cataluña y es ampliamente conocido por sus atroces insultos racistas a los españoles.
Todo eso lo debió haber calibrado el PEN Internacional, porque es heredero de una tradición de grandes humanistas antinacionalistas y antirracistas. Ahora, para justificarse, dice que apoya sin importar lo que diga el apoyado. ¿O sea que algún día, embarcados ingenuamente por algún poderoso lobby supremacista, apoyarán a los presos neonazis que hay en Alemania o a los presos yihadistas del Ejército islámico condenados en Europa?
El PEN Internacional debería volver a preocuparse por los escritores secretos que no andan en lobbys, por el pensamiento, el saber, la ternura, el humanismo, la risa de Gargantúa y Pantagruel, la ironía, el sarcasmo, el buen humor, el diálogo, y dejar de ser ese concilio de lobbys cerrados que guardan secretos, ocultan información y donde poco a poco poetas, ensayistas y novelistas se convierten en los convidados de piedra.
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