En muchas ocasiones he insistido en la importancia de los procesos de formación del ser humano desde su primera infancia, incluso en los cuidados que debe tener la madre en la etapa de gestación y maduración embrionaria. Pues coinciden los expertos en afirmar que desde el embarazo hasta los tres años de vida los niños necesitan nutrición, protección y estimulación para que su cerebro tenga un óptimo desarrollo. Aceptando esto y el hecho de que el cerebro se desarrolla mediante una compleja interacción de rápidas conexiones neuronales (más de mil por segundo, según los datos), es indudable que estos procesos tengan una repercusión directa en los aprendizajes para la vida y en la definición de las metas académicas del ser humano.
Portugal ha entendido la importancia de estos procesos de desarrollo neurológico en la primera infancia y volcó su sistema educativo hacia las siguientes prioridades: atención a las madres en gestación, atención nutricional de los bebés, programas de estímulo a la lactancia materna, ampliación de los periodos de licencia de maternidad y programas de flexibilización laboral para los papás de los niños menores de tres años. Los resultados son concluyentes y Portugal acaba de pasar de ser un país de mitad de tabla para abajo en pruebas Pisa a estar codeándose con los que ocupan las primeras posiciones.
En Colombia estamos lejos de adoptar programas de atención a la primera infancia con la contundencia que se requiere. Si acaso tenemos una deficiente versión con el programa “De Cero a Siempre”, cuyo objetivo, según lo registra el mismo Gobierno, es “aunar los esfuerzos de los sectores público y privado, de las organizaciones de la sociedad civil y de la cooperación internacional en favor de la Primera Infancia de Colombia”. A pesar de tan noble y loable propósito, el mismo programa reconoce unas coberturas inferiores al 25% y esto equivale a decir que en materia de primera infancia tenemos en Colombia un programa ineficaz que apenas cubre una mínima parte de la población.
No se necesita ser demasiado aventajado para concluir que esta sí que es una asignatura pendiente. Entre tanto, el gobierno sigue muy atento en satisfacer los requerimientos de la OCDE que le exige mejorar los desempeños académicos de las pruebas que siguen estando muy por debajo de los promedios esperados. En tal sentido diseñamos instrumentos de preparación, habilitamos plataformas, compramos software de entrenamiento para los colegios y malgastamos, para describir los hechos como son, una suma importante de recursos en la preparación de la prueba, mas no en la intervención de procesos de desarrollo que no solo garantizarían mejores resultados cognitivos, sino también el desarrollo de competencias para la prueba reina: la vida misma. De modo que el cuidado de la primera infancia debería ser no solo una apuesta política y económica, sino además un imperativo moral.
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