Juan es un chico de dieciséis años que cursa grado décimo en un colegio público de la ciudad de Manizales. Hijo de una empleada de oficios varios, que además es cabeza de hogar, a las seis y media de la mañana llega a la institución a iniciar su jornada escolar. A las doce y media del día termina su jornada ordinaria que incluye seis clases, cuatro de las cuales corresponden con las áreas fundamentales del núcleo común y dos son específicas de la profundización en ciencias básicas de la ingeniería. Luego almuerza en el restaurante escolar y disfruta de un rato de descanso hasta las dos de la tarde, hora en la cual debe dar inicio a su formación complementaria en contrajornada en la modalidad de diplomados pertinentes con su área de profundización académica, y que va hasta las cinco de la tarde. No es extraño que después de esto quiera practicar un deporte u ocuparse de alguna tarea extraescolar.
Para su fortuna, los espacios físicos de la escuela cumplen las condiciones necesarias y suficientes para llevar a cabo su proceso de formación humana, académica y pedagógica. Las unidades sanitarias, las aulas de clase, los espacios deportivos, los laboratorios, las salas de sistemas, los patios, las aulas especializadas, los pasillos, las escalas, el restaurante escolar, entre otros, se encuentran en inmejorables condiciones de iluminación, aireación, ventilación, higiene y estética. Además de sus bondades de infraestructura física y equipamiento, esta escuela posee otras condiciones relacionadas con su infraestructura pedagógica que la hacen atractiva y hasta soñada, según palabras propias de uno de sus connotados maestros, porque cuenta con un grupo de maestros comprometidos con su misión de educar y renovados en su compromiso vocacional, así como con estudiantes empoderados de su tarea de aprender y convencidos de la realización de sus sueños, y unos padres de familia interesados en saber de la escuela, dispuestos a rubricar su compromiso inaplazable con la formación de sus hijos.
Todo este conjunto de buenos precursores no podría tener otro resultado: esta escuela es reconocida por sus importantes, históricos y permanentes logros. A pesar de presentar cada año a más de trescientos estudiantes al examen de Estado, siempre ha conservado una categoría superior, es la institución que tiene mayor índice de inclusión en la educación superior de la ciudad, ha sido desde hace ocho años el colegio con mayor número de estudiantes becados del programa Ser Pilo Paga, hoy Generación “E”, en Manizales y Caldas, y figura entre los primeros cincuenta del país. Adicionalmente, en los campos del deporte, el arte y la cultura siempre se destaca por sus actuaciones colectivas e individuales. 
En esta escuela hay población de todas las comunas de la ciudad, desde el chico que camina más de treinta cuadras para arribar al colegio, hasta aquel que es transportado en carro particular y cuenta con veinte mil pesos diarios para sus refrigerios, pasando por aquellos que usan el transporte público y que en muchas ocasiones cuentan únicamente con los recursos para uno solo de los dos trayectos.
Juan se siente orgulloso de su colegio, en él ha encontrado además de muchas oportunidades para el cultivo de su intelecto y el cuidado de su cuerpo físico y espiritual, una gran familia que le ha dado afecto y comprensión e incluso lo ha acompañado a suplir necesidades económicas por medio de su fundación, que fue precisamente creada pensando en el “bien-ser” y en el “bien-estar” de sus estudiantes. Uno de los mejores amigos de Juan es Felipe, quien llegó a esta escuela pública proveniente de una escuela privada, de situación económica muy favorable y cuyo padre es empresario.
Con el acompañamiento decidido y con el gran compromiso de la Alcaldía de esta ciudad, con los maestros del sector público y con la misma comunidad, hemos construido una escuela estrato seis para que sea habitada por todos. Por los hijos de los obreros, pero también por los hijos de los empresarios. Sin lugar a dudas este se ha convertido en un ejercicio exitoso de cierre de brechas de inequidad social. ¡Esto sí es democracia!