En la actual coyuntura política que vive el país, con la estructura del nuevo mapa político y en medio de las polarizaciones que genera la congestionada agenda nacional, proponer puntos de convergencia y sitios de encuentro se convierte en una posibilidad saludable para los grandes intereses de la nación. Por eso considero oportuno en el actual momento analizar las diferentes ofertas programáticas que en la pasada campaña presidencial se presentaron ante los colombianos y derivar de allí las posibles líneas que revelan aproximaciones significativas.
Son varios los aspectos que visualizo, pero por lo pronto voy a referirme al “Pacto Nacional por la Educación”. Esta fue una iniciativa liderada por el entonces candidato presidencial Sergio Fajardo Valderrama, pero vale la pena tener en cuenta que todos los candidatos presidenciales, incluido el actual presidente, terminaron recogiendo la propuesta de convocar a un gran pacto nacional por la educación. Pero ¿qué significa y encierra este pacto? Considero que no es otra cosa que un diálogo con el propósito de encontrar las definiciones, los requerimientos y las características de la escuela que hoy necesita Colombia. Porque si hay consenso en cuanto a que el país requiere un pacto por la educación, también lo hay respecto a que la escuela que hoy tenemos en Colombia no es ni una aproximación a la que se necesita, pues fue construida hace ya bastantes años para responder a otro tipo de necesidades.
No en vano un buen número de expertos, investigadores y columnistas especializados ven una simpática caricatura en el desafortunado contraste entre lo que tenemos y lo que necesitamos en la educación de nuestro país. Quisiera invitar entonces al señor presidente de la República para que con su liderazgo avancemos y adelantemos un diálogo que nos permita refundar una escuela que responda a las necesidades de los niños y jóvenes de hoy. Y para ello propongo cuatro componentes estructurales que, conjeturo, deben ser el eje central a través del cual debe girar este diálogo, porque son requerimientos urgentes de la escuela actual colombiana:
En primer lugar, el perfil del maestro. Su vocación, su formación, su carrera docente y todo lo relacionado con la dignificación de su labor como animador de proyectos de vida y constructor del tejido social.
En segundo lugar, el currículo. El plan curricular actual tiene más de ciento cincuenta años de antigüedad. Hoy no tenemos claridad sobre cuáles son los saberes que deben aprender y cuáles las habilidades que deben desarrollar los niños en la escuela para sobrevivir en las próximas décadas. Sin lugar a dudas, este es un interrogante que palpita con urgencia en la educación, no solo de Colombia, sino también del mundo.
En tercer lugar, el principio universal del derecho a la educación. Este principio es un pilar fundamental en el diseño de la estructura educativa de una nación, de suerte que garantizar el derecho a la educación es apenas el comienzo de este ejercicio de construcción colectiva.
Finalmente, las políticas educativas. Hasta hoy han sido la aplanadora de un derecho, porque sencillamente se han dedicado a garantizar los indicadores de la Hacienda pública en detrimento de los indicadores sociales.
En buena hora la Asociación de Docentes Directivos de Colombia -ASODIC- ha programado su congreso bianual con esta agenda y tendrá cita en la ciudad de Floridablanca, Santander, el 1 y 2 de noviembre próximo. Esperamos que este sea el inicio de una trascendental conversación nacional.
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