Desde pequeños nos enseñan que la clave del éxito es ir a la escuela, hacer las tareas, leer los libros que nos asignan los profesores de literatura, ver todas las materias, sin importar que sean o no de nuestro interés; y así se nos va la vida, adaptándonos a unos esquemas tradicionales de educación que impone nuestro modelo cultural y social, que aparentemente asegura una vida exitosa.
Crecemos con el afán y el objetivo de ser “alguien en la vida”, sin darnos cuenta que ya somos alguien y que de cada uno de nosotros depende que ese “alguien” sea feliz haciendo lo que ama, trabajando, entrenando, produciendo, y elaborando un proyecto de vida exitoso, donde desarrollemos nuestras inteligencias múltiples poniéndolas al servicio de nuestra propia empresa, comunidad o institución.
Mi intención con este espacio de opinión es invitarnos a hacer una retrospectiva de cómo hemos venido aprendiendo y de cómo hoy en el año 2018 seguimos educando a nuestros hijos y a las futuras generaciones. Tenemos que ser conscientes y consecuentes con el cambio de generaciones que habitarán el mundo, no podemos seguir haciendo las cosas como siempre las han venido haciendo nuestros antecesores por el simple hecho que los seres humanos que ocupaban los salones de clase hace 70 años no son los mismos que hoy en día ocupan un computador o un asiento en una escuela primaria o secundaria. Son nuevas generaciones, pensantes, con nuevas capacidades, ideas, formas de pensar y de soñar. Por lo tanto es muy esquemático imponerles que se adapten al mismo modelo educativo con el que aprendieron nuestros padres o incluso muchos de nuestros abuelos.
La clave del éxito no está en ser bueno en matemáticas, ni en sociales , ni en arte; la clave está en darle las herramientas necesarias y oportunas a las futuras generaciones para que ellas mismas sean creadoras de sus propios sueños, y laboratorios de aprendizaje; llegará un momento donde el conocimiento estará en la puerta de nuestro cerebro, el reto será en que los seres humanos sepamos usar el conocimiento, habilidades e inteligencias múltiples y emocionales en pro del desarrollo de un proyecto, una aplicación, un emprendimiento, un modelo que verdaderamente transforme la forma de pensar y evolucionar no solo como individuos sino también como sociedad colectiva y colaborativa.
No podemos ser ajenos al cambio climático, no podemos ser ajenos a que las nuevas generaciones no quieran ocupar puestos de oficinas durante toda su vida; las nuevas generaciones buscan hacer lo que aman: viajar, aprender, capacitarse, ser libres, evolucionar pero empoderadas de sus acciones y de su forma de pensar de manera autónoma.
Por eso mismo considero que la sociedad y el Estado deben estar preparados para ser más incluyentes, porque se acercan grandes transformaciones para el planeta donde estas nuevas sociedades, con nuevas formas y dinámicas para hacer política y emprender, serán las encargadas de generar una transformación que impactará masiva y notablemente la manera en cómo se habían venido haciendo las cosas durante miles de millones de años. Será ese el momento donde existirá una verdadera transformación que no precisamente estará ligada al nombre de un partido político o religión sino a cada una de las personas que opera desde su cotidianidad.
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