Desde hace un año estoy compartiendo parte de mi tiempo con personas que tienen baja visión y ceguera permanente, el acercamiento a estos seres me ha enseñado cosas muy valiosas como ser humano y como fotógrafo.
En junio de 2016 fui invitado por la marca UELKOM, junto a otros fotógrafos para hacer parte del proyecto “Ciego”, mi rol era ser profesor y poder compartir mis conocimientos de alguna forma, para mí sería un gran reto y algo que cambiaría mi manera de percibir el mundo.
El objetivo de impartir estos talleres de fotografía a personas con baja visión y ceguera tiene como finalidad que por medio de la fotografía, el sentir y la técnica del hilo negro, pudiéramos romper el paradigma que la fotografía no solo es para personas que podemos ver sino también para todos esos seres que pueden sentir, ver y trascender más allá de lo visual.
En el transcurso de este tiempo me he asombrado al ver y conocer todas estas capacidades que desarrollan las personas con esta discapacidad. Es natural en los seres humanos que cuando perdemos uno de nuestros sentidos empecemos a desarrollar otros, como es el caso de un artista plástico de la ciudad de Manizales que a los 17 años perdió la visión, pero con el esfuerzo, la constancia y el apoyo de algunas iniciativas, ha sabido superar las adversidades y desarrollar el sentido del tacto y el oído a un nivel superior al que lo desarrollaría normalmente cualquier otra persona.
Las personas que conservamos los 5 sentidos muchas veces no somos conscientes de la función tan importante que tienen nuestros órganos como por ejemplo nuestros ojos, muchas veces los subestimamos o no le damos el uso adecuado a nuestras capacidades, visuales y sensoriales; por eso los invito a que conozcan el proyecto “Ciego” y se dejen sorprender por las capacidades que tienen estas personas, quienes en estos últimos meses me han demostrado que las barreras no existen, que las limitaciones están en nuestra mente y que depende de nosotros mismos superar las adversidades para hacer que las cosas sucedan.
Esta es una opinión, reflexión y agradecimiento a todos estos seres maravillosos que me han enseñado a ver el mundo con los ojos vendados, a sentir de manera diferente, a sentir como cae el agua sobre mi piel y a vivir el día a día como si fuera el último.
Por último hago un llamado para que analicemos, nosotros quienes miramos pero no vemos, oportunidades para las personas que tienen baja visión y ceguera, si observamos de manera detallada, nos damos cuenta que las vías, los andenes y el acceso a los edificios aún no están acondicionados o preparados para brindarle mayores posibilidades a esta comunidad de personas que estudian, trabajan y recorren día a día la ciudad. Apreciado lector, lo invito a sentir, a vendarse los ojos por un momento y a que navegue en el sonido, en las texturas y en la vida misma en su máxima expresión.
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