Aunque ignorante en teologías -abismo entre lo temporal y lo eterno- no dejan de acuitar consideraciones que tienen que ver con el más allá. Sabemos que estamos en tránsito, dueños precarios de una vida prestada, como pasajeros entre dos eternidades.
Según Ovidio en “Las Metamorfosis” en Crotona vivía un sabio que predicaba verdades básicas. Desde su abscóndita conciencia proclamaba que “nuestras almas no perecen”. Las ponía a deambular de un cuerpo a otro como en una reencarnación espiritual. Apolo mata a Corona “y su alma se exhaló en el último suspiro”. El mismo dios con un flechazo atravesó el pulmón de Alfenor y “su alma se iba con su sangre”. Las bacantes matan a Orfeo. “Su alma ¡gran dios! salió por aquella misma boca que tantas veces cantó a los animales y las rocas”. En todos los clásicos griegos el alma es epicentro de simbolismos metafísicos.
Homero en “La Odisea” hace una “evocación de los muertos”. Dice Odiseo: “Después de haber rogado con votos y súplicas al pueblo de los difuntos, tomé las reses, las degollé encima del hoyo, corrió la negra sangre y al instante se congregaron saliendo del Érebo, las almas de los fallecidos”- Elpénor rodó por una escalera y el alma “descendió a la mansión de Hades”. En el pugilato de Odiseo con Iro, del golpe que ésta recibió “el alma se le fue cayendo a tierra”.
En “La Ilíada” Homero hace mención de un banquete de los mirmidones. Finalizado, Aquiles se retira a la orilla del mar. Cuando dormía “vino a encontrarle el alma del mísero Patroclo”. El mismo Pelida le arrancó el alma a Héctor con bronce de larga punta.
Es bellísimo el relato que hace Virgilio en “La Eneida” del amor apasionado de Dido por Eneas. Ésta le dice: “Ausente yo, te seguiré con negros fuegos y cuando la fría muerte haya desprendido el alma de mis miembros, sombra terrible, me verás siempre a tu lado”. Eneas con una espada traspasa el pecho de su contendor y “un frío de muerte desata los miembros de Turno, e indignado su espíritu, huye, lanzando un gemido, a la región de las sombras”.
En “Romeo y Julieta” Shakespeare narra cómo Teobaldo mata a Mercucio. “El alma de Mercucio en vuelo raudo sube a las nubes, desdeñando el suelo, que en hora prematura abandonara”.
Dante en “La Divina Comedia” hace relatos de los círculos del infierno en donde las almas, con nombres propios, se retuercen en medio de llamas pavorosas, padeciendo dolores incontrolables. En ese antro están Electra, Héctor, Eneas y César. También Homero, Horacio, Ovidio y Lucano. Tremendo el drama de los fornicadores. “El infernal torbellino, que no se aplaca jamás, arrebata en su furor los espíritus, los atormenta revolviéndolos y golpeándolos; y cuando llegan al borde del precipicio, se oyen el rechinar de los dientes, los ayes, los lamentos y las blasfemias que lanzan contra el poder divino”. En ese lago insondable de llamaradas están Semírames, Cleopatra, Elena y Dido. Señala “esos que llevan desnudas de pelo las cabezas, fueron clérigos, papas, y cardenales a quienes la avaricia avasalló con toda su fuerza”. El recorrido que hace Dante por el averno es macabro y sombrío.
¿Y qué es el alma? Vaya pregunta. ¿Por qué desde tantos milenios atrás, la humanidad con menos luces, de pronto con una cultura elemental, tiene una noción volátil del alma que, desprendida del cuerpo, es transportada por el barquero Carón sobre las aguas de Aqueronte, para llevarla al otro lado de la laguna Estigia? ¿Por qué esa obsesión de conducir a los difuntos al infierno, caverna de sufrimientos?
En la aventura del rebuzno, Sancho fue molido a palos “temiendo a cada paso que le entrase alguna bala por las espaldas y le saliese al pecho, y a cada punto recogía el aliento, por ver si le faltaba”. “Es creencia común que el aliento se escapaba por las heridas”, comentario que trae la edición de Don Quijote hecha por la Real Academia de la Lengua Española. Hermosa y sutil manera para referirse al alma, que aquí surge como impulso vital o vigor del ánimo. Se ha entendido que ella es hálito, voluntad, fuerza, fuego, unidad de pensamiento y sede de las emociones
¿Existe diferencia entre el espíritu y el alma? El indocto encuentra similitud en la definición de ambos. “En Aristóteles el espíritu se distingue del alma como una parte superior, como aquello que es propiamente razón y pensamiento frente a lo emocional y afectivo, a lo que se halla más directamente vinculado con la materia o con la carne”. Etérea ficción para filósofos.
Guillermo Cabanellas define el alma en su diccionario como “substancia espiritual e inmortal, capaz de entender, querer y sentir, la que informa al cuerpo humano y con él constituye la esencia del hombre”. Todo concluye en que el alma es vocación de eternidad.
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015