“Hágase” fue la primera palabra dinámica que salió de los labios de Dios. ¿Cómo se entendía antes la Divina Trinidad? Por gestos. El Padre por señas enviaba el Espíritu Santo para que con mímicas le hiciera entender al Hijo cuál era su voluntad. Con aleteos inaudibles regresaba al Trono del Todopoderoso y moviendo manos, subiendo y bajando pestañas, le daba las respuestas que le enviaba la segunda persona del trío eterno. Dios cansado de tantas filigranas, resolvió hablar.
Mark Twain escribió un festivo opúsculo para descubrir cómo fueron los primeros encuentros de Adán y Eva en el Paraíso Terrenal. “Este ser nuevo, de cabello largo, estorba mucho”. Ese fue el primer impacto que tuvo nuestro lejano progenitor de la mujer que, sin saber cómo ni por qué, apareció a su lado. Agrega: “Ojalá no hablara; se mantiene hablando”…“Me construí un refugio para la lluvia, pero no puedo tener paz. El nuevo ser se metió en él. Cuando traté de sacarlo, le salió agua por los huecos por donde mira, se secó con la parte trasera de sus zarpas, mientras hacía un ruido como el de los demás animales cuando están sufriendo. Ojalá no hablara; se mantiene hablando”.
Dios de todo proveyó el universo. A cada una las expresiones de la naturaleza les entregó su idioma. El estallido del trueno, el rayo que taladra, la melancolía de los atardeceres, la perorata del verde opulento, la orquesta de infinitas voces que tienen los animales, el gorgoriteo de los hilillos de agua y el ronco furor del combo océano, el fulgor de astros incontables, el lenguaje del ser humano.
La palabra. Qué magnetismo tiene este vocablo utilizado primero en la fonética de Dios y después convertido en la columna vertebral de la humanidad. La palabra con sus alas intangibles, es mística, penetra, libera, coyunda, es perfume, a veces vinagre, es vertical, reposa, es flecha, alivia, entretiene, es conflictiva, enardece en las confrontaciones, y hace tratados de paz. No es posible que un tartamudo sea líder, subleve masas o apacigue alborotos. Marco Fidel Suárez, Virgilio Barco y Juan Manuel Santos son una excepción a la regla. Se afirma que Suárez, en la tribuna, era incapaz de dar un saludo. Barco salía bermejo a los balcones y se enredaba leyendo un discurso. Santos es un trabalenguas. Pero así y todo, los tres fueron presidentes.
Colombia en el siglo pasado tuvo monstruos en oratoria. El mayor y más temible de todos, Laureano Gómez. Tenía voz rocosa, con arrecifes y bahías, hosca y violenta, imperativa. Era un Júpiter tonante. Jorge Eliécer Gaitán le dio posición social al dejo arrastrado de la barriada bogotana. Pronunciaba lentamente las palabras como las utilizan los gamines, con pereza postiza, y de pronto clamoreaba con ellas. Gilberto Alzate, Fernando Londoño y Silvio Villegas, fue un iluminado grupo coetáneo que posiblemente jamás se repetirá en Caldas. Alzate creativo de imágenes, con verbo intelectualizado. Londoño, recargado de citas griegas y latinas. Los tres, inconmensurables en la tribuna. Después de esa troika gloriosa, Caldas ha tenido otros magníficos oradores. Pedro Nel Jiménez era música, Samuel Ocampo apasionado y lúcido, Óscar Iván Zuluaga ardoroso y fluido, Arturo Yepes brillante, Tony Jozame elaborado y culto, Adriana Franco artista en el uso de filigranas retóricas, Ómar Yepes cerebral. En las nuevas generaciones Jorge Hernán Aguirre, Ómar Reyna, William Ruiz, y aún están sentados en aulas universitarias y son un florero de atractivo colorido Jorge Eduardo Mejía, Juan Diego Aguirre, Alejandro Bedoya, Aldemar Tello, Jacobo Mejía, Alejandro García, Santiago Carvajal, Camilo Andrés López, David Guillermo Patiño, Laura Arroyo, Daniel Felipe García, Heyde Melchor, Juan Pablo Aristizábal.
Nadie es perfecto en el uso de la palabra. Para pulir esa vocación por el ágora, hoy en la Universidad de Caldas nos reuniremos unos alumnos, sin maestros, para que a base de tanteos, busquemos perfeccionar, en lo posible, el buen uso del sustantivo, el verbo y el adjetivo. Destruiremos el miedo y hallaremos el secreto eficaz del énfasis, desarrugaremos el contenido ondulante de la emoción tribunicia y el campaneo creativo del eco. Estampillaremos un mensaje concreto: La palabra y la pluma son las herramientas imprescindibles del abogado y el político.
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015