Enternece la historia de los perros. Sensibilidad, ternura, holocausto, vigilancia, defensa, lealtad, son términos que se aproximan a la raza canina. El perro es un bordón viviente, fiero para proteger a su dueño, sumiso y avizor, mastica silencios, comparte hambrunas, acompaña al pordiosero, husmea y rescata entre los destrozos que produce la naturaleza, le marca la ruta al invidente. Al perro se le quiere como a un hijo. Se le afilia a medicina prepagada, ponen a su servicio veterinarias y peluquerías, con él se comparte el lecho, se le compra vajilla, está presente en los festines de la familia e intuye y es solidario en las tristezas del amo. Parece que tuviera corazón humano.
Tres retablos acuarelan esta página.
Odiseo antes de partir para Troya dejó en su granja el perro Argos y otros cachorros. Diez años duró la ausencia de Itaca, su tierra, y retornó después de destruir a Troya y de múltiples contratiempos por mar y tierra. De incógnito llegó a su fundo con traje de mendigo. Allí encontró a Eumeo, el porquerizo, cuidando la piara. No lo reconoció. En cambio, los canes lo tanteaban con el olfato, una y otra vez acercaban sus hocicos, hicieron hondos jadeos, sacudieron sus colas como alegres banderines, se treparon sobre su cuerpo, dejaron escapar aullidos quejumbrosos, corretearon por la estancia, y con desbordado entusiasmo hicieron festejos que tenían por causa el retorno del amo.
La melancolía, poco antes de morir, atribulaba a Don Quijote. Cerca de él estaban quienes integraban el reducido circuito de sus afectos, entre otros el Bachiller. Éste trata de levantarle el ánimo. El orate había recobrado la sanidad mental, y para sacarlo del sopor lo anima informándole de la compra con su propio dinero de dos famosos perros para guardar el ganado, “el uno llamado Barcino y el otro Butrón que se los había vendido un ganadero de Quintamar. Pero no por esto dejaba don Quijote sus tristezas”. Surge aquí el perro como medicina. Es tan cercano, tan dulzón y jovial, tan solidario que, con su presencia, apacigua problemas. Llorando Sancho, le dice: “Mire no sea perezoso, sino levántese de esa cama y vámonos al campo vestidos de pastores…”. El bachiller y Sancho lo incitan a la campiña acompañados de los dos lebreles bullosos. Pero don Quijote que ya no era un mentecato fabricador de historietas ridículas, indolente y agónico, escuchaba que los campanazos de la muerte tenían ecos de eternidad.
Adolfo Hitler quiso los perros. El fuhrer era retraído, con vocación a la soledad y de muy malas pulgas. Cohabitaba con sus introversiones. Sin embargo un perro pastor violaba esa intimidad cerrada. Le rebajaba sus neuras y dejaba de ser un júpiter para ponerlo a gatear sobre las alfombras en manoseos cariñosos. Cuando, como Napoleón, Hitler cometió el craso error de invadir a Rusia, y ya instalado en Stalingrado, solo su perro depuraba sus nostalgias. Aislado en el caserón en donde se acomodó, el can era su otro yo, su contertulio para distraer el impacto sucesivo de sus derrotas. Después el fuhrer apareció dueño de Blondi, una perra lanuda, de hocico largo, entusiasta y zalamera en sus desplazamientos. Atrapó los sentimientos del dictador. Le calmaba los accesos de ira, lo relajaba cuando estaba tenso y ese animalillo tenía para él más rango afectivo que sus propios comandantes de guerra.
Tres y media de la tarde del 30 de abril de 1945. El fuhrer comprueba que Goering y Himmler lo han traicionado. Ya ha escrito un largo testamento político. Con tranquilidad impávida organiza los pormenores del suicidio. Para verificar que el tóxico conseguido es eficaz, le inyecta una ampolla que mata a la inocente Blondi. El consentido animalejo es víctima de la cruel decisión del fuhrer. Instantes después se escucha un disparo. Hitler se ha autoeliminado, Eva Braum se envenena. Alan Bullock con fúnebre paleta literaria, describe este melodrama final.
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015