Estimado Juan José

Se ha vuelto un lugar común en Colombia el que las personas implicadas en actos que contravienen las leyes, sobre todo las penales, entre más “notables” se creen más empeño ponen en buscar fórmulas para desconocer el ordenamiento jurídico que a todos los ciudadanos, sin excepción, nos rige y que estamos obligados a respetar y a cumplir. Vale decir, ellos y sus abogados hacen los mayores esfuerzos para tratar de convencer a las autoridades y a la opinión pública que las normas que han infringido, si bien conllevan la iniciación de procesos y la posible imposición de penas, estos y aquellas solo le son aplicables a “los de ruana” y no a ellos, dadas las calidades que ostentan o las altas dignidades que ejercen.

Es curioso ver cómo en estos casos, por arte de birlibirloque, los acusados se convierten en acusadores, argumentando todos lo mismo: “que han sido objeto de viles persecuciones y atropellos” por parte del Estado, o de la justicia, o de sus opositores o de…

Espero que lo que acabo de relatar, que es una realidad nacional, te repugne y te indigne. Espero que tu capacidad de asombro no haya desaparecido, que tus principios morales y éticos sigan rigiendo tus actos y tu conducta. Y anhelo que esto te suceda porque para miseria nuestra una gran mayoría de compatriotas han perdido estos y otros principios fundamentales que permitían conservar la decencia, el decoro y la dignidad nacional. Al pueblo colombiano ya todo “le rueda”: asesinatos, robos, atracos, corrupción, inmoralidad, burlas a la ley, a los principios, a la justicia... Ojalá esto no te suceda, mi querido Juan José; espero que aún te indignes, que pacíficamente protestes, que moral y socialmente castigues.

Dentro de este orden de ideas, la moda en el país se ha vuelto entonces desconocer lo fundamental de modo que resulte sencillo no solo evadir responsabilidades, penas y pecados, sino encontrar salidas para la defensa de causas indefensibles.

Y es precisamente allí a donde pretendía llegar para demostrar que la única forma de atacar el tema taurino ha sido a través del desconocimiento, del rechazo, de la no aceptación de las leyes de la naturaleza, lo cual es ir en contravía de la realidad del mundo y de la vida. Lo natural en el toro es acometer, luchar y así ha de vivir y morir hoy y siempre. Y esa agresividad natural del animal ha sido aprovechada por la inteligencia innata del hombre y por su creatividad e ingenio, inherentes también a su naturaleza, para crear la corrida.

Y así de sencillo es el asunto. No hay que ponerle más música a este “pasillo”. Con la que tiene basta. Atacar la fiesta es tan antinatural como pretender que el mar se endulce, o que el hombre vuele por sí mismo, o que el fuego no queme.

Recibe un abrazo de tu amigo El Fraile.

Añadido: Mientras en Colombia la mayoría de políticos sigan siendo unas veletas sin norte definido, mientras no acepten con humildad que su obligación es servir a los demás y no servirse a ellos mismos, mientras la clase dirigente no se dé cuenta que la propiedad privada debe tener una función social real y tangible, mientras quienes tienen acceso a los recursos del Estado no se convenzan que estos no son para robárselos sino para mejorar las condiciones de vida de quienes con urgencia lo necesitan, y mientras no haya una conciencia nacional de que resulta fundamental para el equilibrio de la sociedad facilitarles la forma de llegar efectivamente a ser y a tener más a aquellos que hoy tienen menos, seguirán apareciendo dirigentes populistas que ofrezcan cambios radicales y pongan a soñar a muchos. El populismo se derrota con hechos, con realidades, no con promesas. El pueblo ya no le cree “a los mismos” y se está aferrando a las, igualmente falsas, promesas de “los otros”.