Qué tristeza que ya ni regalada me reciban. Qué pesar que yo tal vez ya no sirva para nadie y no sea posible prolongar mi vida en la tierra ni tampoco en la de otros. Quién va a querer tener mi piel, mis ojos o pulmones. Creo que cuando muera será el fin. Pero tengo mi carnet.
Me hubiera gustado donar todo. Salvarle la vida a otro colombiano, dejar mi corazón en un cuerpo, mis huesos en otros huesos y mi piel en varias pieles. Hubiera sido sublime que mi cuerpo muerto causara alivio a un dolor y se convirtiera en esperanza. Darle vida a otras vidas.
Pero no lo creo posible. Aunque ahora todos los colombianos somos donantes universales, me temo que al morir no podré serle útil a la vida pues el tiempo me ha ido estropeando todo y lo que no, lo he dañado yo. Lo que sí me alegra es que cualquier colombiano que en vida no haya expresado por escrito la negativa a donar sus órganos es un potencial donador, según quedó establecido en la Ley 1805 del 2016. Es decir que si usted no va a una notaría y deja por escrito que no quiere ser donante o si no lo específica en su EPS, es probable que pueda darse el lujo de salvar unas 55 vidas que pueden ser mejoradas con el cuerpo de un donante. Con esta ley se pretende resolver una grave crisis de donación de órganos en nuestro país, donde la tasa de donantes voluntarios es de 7,2 por millón de habitantes, mientras que el promedio en Latinoamérica es de 23, y en España, que es líder en donación a nivel mundial, son 43,4 donantes por cada millón de habitantes.
En todos los casos es muy poco, por tanto tabú que hay alrededor, como las creencias religiosas o creer que el cadáver queda desfigurado o que los órganos se los venden a extranjeros. Nada de eso es cierto. Lo único cierto es que somos tacaños con la prolongación de la vida y no pensamos que podemos ser uno de los 25.000 colombianos que necesitan un trasplante y tal vez tengamos que morir mientras esperamos por la generosidad de otro, como los 2.600 pacientes que están en lista de espera. Por eso es bueno inscribirse como donador, aunque por ley todos lo somos, los inscritos tendremos prelación en caso de necesitar un trasplante. En la página web del Instituto Nacional de Salud (www.ins.gov.co) puede obtener su carnet de donante, el único requisito es ser mayor de edad. Y amar tanto la vida que quiera regalársela a otro, a cambio de más vida.
Se puede donar corazón, pulmones, hígado, riñones, páncreas, intestino, tráquea, laringe y tejidos como córneas, piel, huesos, vasos sanguíneos, válvulas cardíacas, cartílagos, tendones y membrana amniótica. Yo estoy dispuesta a todo. Además, no se puede escoger, hay que darlo completo, que seguro algo sirve. Lo entrego todo si es que no importa que mi corazón ha sido roto tantas veces y en cada reconstrucción se le haya perdido algún pedazo. O que mis ojos con anteojos, de tanto ver se hayan gastado, pero nunca cansado de mirar. Ni que mi piel la haya quemado el sol, el tiempo y la pasión. Doy mis venas si no importa que lleven rebeldía, y mi voz, aunque no sea mía. Ofrezco también mis huesos, aunque perezosos ellos y friolentos. Porque no le deseo el mal a nadie no regalo hígado ni pulmones, pero espero que cuando los necesite alguien me los regale a mí. Y aún tengo mis manos para dar y mis pies, y el pelo, que tal vez pueda ser lo único que sirve. Si todo está frágil y no se puede donar que recen por mi alma para que ésta sea mi única donación universal.
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