Si acaba de celebrar el día de acción de gracias y tiene adornada toda su casa con papá Noel, dese por bien servido, puede considerarse gringo. Si uno de estos muñecos sube por una escalera al árbol de Navidad y otro cuelga de la chimenea, siento decirle que no es el único, pues este país ya no es el del Sagrado Corazón sino el de Papá Noel. Y si tres de esos cantan al unísono “We wish you a merry christmas and a happy new year” congratulations my friend, está colonizado por completo. Ese viejito de terciopelo rojo y botas de charol es tan gringo como usted, y tan elegante, pero no es mejor que nuestro Niño Jesús a quien le rezamos las novenas bailables que adoramos los colombianos. Qué lobera, dirán quienes arman bajo el árbol hermosas ciudades nórdicas, con carruseles y Santa Clauss manejando renos cubiertos de nieve, pero no son más lindas que un pesebre. Y si su hijo no sabe si hacerle la carta a Papá Noel o al niño Dios o los Reyes Magos y si además, usted es de los que cenan pavo el 24 y no prueba un buñuelo con natilla, se podría decir que es todo un american citizen, y hasta es muy probable que en sus fiestas nadie baile Dame tu mujer José.
De todas maneras pilas con eso. De ahí a salir a la calle con camisetas grandes de Mickey Mouse, bermudas y chanclas, hay solo un paso. Si se está preguntando eso qué tiene de malo, seguro que también celebra la Semana Santa con conejos rosados y huevos de pascua, que tampoco es malo, al igual que rezarle frente al árbol a papá Noel, porque este es un país laico, con libertad de culto, y si uno quiere adorar a San Nicolás o a Mickey Mouse, lo puede hacer. Y le puede hacer creer a los niños que papá Noel es el que baja por la chimenea con los regalos y no el niño Dios, pero recuerde que usted es colombiano, como sus papás y abuelos, que armaban pesebres sobre cajas de cartón que eran montañas cubiertas de musgo por donde bajaban los Reyes Magos y donde jamás se sostuvo una oveja en pie, y casitas y lucecitas alrededor de una chocita de paja donde estaban José y María, la mula y el buey y una cuna de algodón esperando al niño Jesús que vendría con regalos. Cuando le nieguen la visa, recuérdelo. Cuando Trump lo deporte, recuérdelo. Cuando no lo dejen entrar ni a conocer para dejarles su plata, recuérdelo. Hacernos los gringos es lo que nos tiene jodidos.
Porque olvidamos lo nuestro. Y lo nuestro es el benignísimo Dios de infinita caridad que tanto amasteis a los hombres, y el dulce Jesús mío mi niño adorado ven a nuestras almas ven no tardes tanto, ven, ven ¿Ven la diferencia, ven? Navidad viene del latino “nativitas” que significa nacimiento, y en Navidad celebramos el nacimiento de Jesús, el hijo de Dios. Y la Virgen María no dio a luz un señor de barbas y pelos blancos que viene del polo norte. Empezando porque vienen es de China. Y en el pesebre no había renos ni duendes, y aunque en el portal de Belén tampoco había patos de plástico que nadaban en lagos de aluminio, ese es nuestro pesebre, el que reunía a las familias que lo armaban con amor.
La colonización es cultural. No es con misiles ni granadas que se conquista un pueblo ni tampoco en combates cuerpo a cuerpo, es con el cambio de sus valores que un pueblo queda subordinado a otro. El imperio Romano es un ejemplo, el principio de su fin es cuando el emperador Constantino se convierte al cristianismo. Dicen que a su mamá, Helena de Constantinopla, la volvió cristiana su esclava, perseguida por su religión, y por eso doña Helena se solidarizó con ella y terminó siendo santa. Y la mamá convirtió al hijo y el hijo a su pueblo. Y les digo dos cosas más: están a tiempo de armar el pesebre, y no lo pierdan tratando de sostener en pie a la ovejas.
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