… y de dolor, pero frescos, ¡mientras existan Pastor López y Alfredo Gutiérrez la feria sigue! Eso sí se los garantizo a quienes se preocuparon por mi columna de hace ocho días “Ay pena penita pena” en la que hablé sobre la posibilidad de que se acaben las corridas de toros en Colombia.
Me sorprendió no recibir insultos de los lectores que aman la feria taurina y que me escribieran muchas personas que fueron a toros -incluso conmigo- a contarme que ya tampoco quieren ir: los tiempos cambian y la gente también; y qué rico es cambiar con los tiempos, cuando se quiere como te quise.
La preocupación de que la feria se acabe es muy válida. Pero eso no va a suceder. Nunca, pero nunca, me abandones cariñito. La feria tiene su propio baile y sabrosura manizaleña, y suéltala pa que baile sola. Los únicos que hacen ferias no son los que van a la plaza de toros, la feria es mucho más. Los precios de este espectáculo nunca han sido para todos los bolsillos y los que no tienen para asistir a eventos elitistas también pasan bueno, eso se los aseguro. Por eso les digo que mientras Alfredo Gutiérrez siga embalsamado no hay qué preocuparse.
Nos quedan las parrandas de las fondas, los conciertos, el plan de ir a la feria de artesanías no tiene igual. Los paseos peatonales por la avenida que emana ese aire con olor a fiesta. Los bizcochos y bizcochas. Las fiestas en los clubes. El festival nacional de trova, encuentro de tunas, el emotivo desfile de la Macarena; donde yo me encuentre rogaré por tu alma. Y el reinado del café, que les gusta a todos y no hay que pagar por ver a las reinas desfilar en sus carrozas ¡Y que viva el café caldense! Deberíamos pasar de una feria taurina a una cafetera. Nuestra feria del café. Degustaciones, concursos, fiestas, negocios, comercio, centrarnos más en el fruto de nuestra tierra que en los pobres toritos que no tienen la culpa de nada.
Me da pena con los ganaderos, porque la intención no es acabar con ellos. Ni con los toros de lidia. Que es que se acabaría la raza, dicen. Esa es una visión muy campesina, con todo respeto, de manera pues que si los animales no producen para llevar mercado a la casa entonces no merecen ni estar vivos. Algunos campesinos tratan como cosas a los perros o gatos, por ejemplo, porque no dan utilidades, como las vacas, pollos o marranos a los que sí les pueden sacar plata. Pues no. A los ganaderos les tocará indultar a sus toros y criarlos y mantenerlos en sus potreros y dejarlos ser felices, así pueden recompensar el sufrimiento causado a su especie y los favores económicos recibidos a costa de su hermosa casta. Y amarlos. Porque quien dice amar las corridas en verdad no ama los toros. Golpe con golpe yo pago, beso con beso devuelvo, esa es la ley del amor.
Se trata de cambiar la mentalidad. Que el único lamento sea flamenco. Dejar de pensar que las cosas son así, porque así han sido siempre. La Monumental de Manizales ahí estará para los aficionados, mas no para los toros, y qué monumentales rumbas salerosas podremos hacer en ella. Y que suene con potencia la feria de Manizales sobre el redondel sonoro y retumbe el chucuchuco en nuestra ciudad de puertas abiertas, porque hicimos una vez un pacto sagrado, que además firmamos y luego juramos nunca disolver.
Y para que vean que no todo es como parece ni todo está escrito y no existe nada que no se pueda cambiar, les pregunto: ¿es ay Manizales del alma, o de malva?
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