Despertarse con guitarras sin saber si es sueño, delirio, fantasía o realidad la música de amor que te llega a los oídos y al corazón es lo más romántico que se hayan inventado hasta ahora…¡Qué pesar que se acabaron las serenatas! A los jóvenes que me leen les cuento que una serenata era una declaración de amor pública y musical con la que hace muchos años los hombres conquistaban a las mujeres. Llegaban por la noche con un trío de cuerdas que le cantaba a la enamorada boleros frente a su balcón. No es lo mismo parcharse frente a la casa de la novia a las cuatro de la mañana a abrir las puertas del carro con los parlantes a todo volumen de donde salen las románticas canciones del reguetón más atrevido para proponerle un trío. No. Serenata viene de sereno, se volvieron populares en Europa en el siglo XVIII porque reyes y cortes se las encargaban a los grandes músicos como Mozart y Beethoven para amenizar aristocráticas veladas en los jardines de sus palacios. Mozart compuso trece, entre ellas la Pequeña Serenata Nocturna, que es espectacular. Pero ya sé que suena aburrido. De ahí vienen, de “sereno” y de músicos clásicos, pero las serenatas que nos llevaban los novios en el siglo XX vienen de pasiones encendidas y guitarras, de amores y besos de parejas que se han amado entre canciones de amor y luz de luna. También vienen acompañadas de noches de bohemia, de perdón y olvido, de promesas eternas. Y hasta de próximo matrimonio.
Tus ojos que contemplo con delirio, tienen el mismo brillo de la aurora, tienen la suavidad de una caricia, y la dulce mirada que enamora. Eran unas siete canciones, las más divinas del mundo, las más soñadas. Sin ti es inútil vivir, como inútil será, el quererte olvidar… y rasgaban esas guitarras que rasgaban el alma. Te amaré toda la vida, todos los años, los meses y los días. Y no es lo mismo decirle mentiras a la novia de frente, no, porque estas mentiras de las serenatas el amor las vuelve ciertas, y luego pasa el enamoramiento y se las cantan a otras pero eso no quiere decir que sea falso. Aunque yo sí me lo sospechaba. La más romántica de todas, es la que le llevó a mi mamá un novio que se quería casar con ella. Con Los Panchos. Al otro día mi mamá decidió que sí se iba a casar con él pero el hombre se desapareció. Ella supo después que estaba preso, porque no tuvo con qué pagar su declaración cantada por el trío más famoso de la historia de los boleros en el mundo y fue a dar a la cárcel, y Meneca, mi abuela, la convenció de que no se casara con él porque un hombre que hace eso es capaz de hacer cualquier cosa. Siquiera, porque yo no sería hija de mi papá. Pero ese argumento de Meneca a mí no me hubiera convencido para nada. Un hombre que hace eso por amor es capaz de hacerlo todo por amor ¡y de eso se trata!
Las serenatas buenas son las de los novios, las de los maridos son una disculpa para llegar tarde a la casa a seguir la fiesta sin que la esposa se ponga brava y por el contrario en agradecimiento los tenga que atender hasta el amanecer. Las mías no me las pude gozar mucho. En todas me encontraron mal parada. La primera, que casitico me muero con la sorpresa, yo estaba despierta y con la luz prendida, y lo que hacía en ese momento fue un secreto hasta hoy: estaba jugando con mis barbies. Tenía trece años. Apagué la luz de una y me puse piyama para asomarme por la ventana. Al otro día guardé esas muñecas y me ennovié con Jose, tan bello. Ya más grandecita me llevaron otras serenatas, otros novios, pero yo no estaba. Lo que estaba haciendo en ese momento es un secreto hasta hoy. Y lo seguirá siendo.
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