En el mundo, el turismo es considerado como uno de los principales motores de desarrollo económico, países como España, Estados Unidos, México y Perú han basado gran parte de su economía en torno al desarrollo de la actividad turística, debido al valioso aporte que genera a su PIB ya que el sector es altamente dinámico y permea múltiples eslabones de la economía local tales como el transporte, alojamiento, alimentación, artesanías, comercio en general, entre otros, atrayendo inversión, generando empleos y captando divisas.
No es de sorprender que en Colombia todas las regiones se consideren “turísticas”, pues intentan tomar parte en esta atractiva dinámica económica, que promete crecimientos rápidos, sostenidos en el tiempo y sin impactos negativos. De allí que al sector turismo se le reconozca a nivel mundial como la “industria sin chimeneas” o la “prometedora industria que no contamina”. 
Sin embargo, la realidad actual del desarrollo turístico en el mundo demuestra que el crecimiento masivo de turistas a los destinos está generando impactos terribles, como el desplazamiento de la comunidad local, pérdida de la cultura e identidad, inflación económica y un consumismo desaforado, generando toneladas de residuos, lo que hace pensar que este sector es visto como una moda que genera riqueza y poder. Al ser un sector emergente, gran parte de estos efectos se deben a la falta de profesionales en el área que generen verdaderos procesos de planificación turística buscando un desarrollo sostenible en el territorio. 
Un ejemplo de lo anterior es Barcelona, en España, donde se generó una especie de turismofobia; dado el incremento de los precios que imposibilitó a la comunidad local seguir habitando su territorio, pues los arriendos solo podían ser pagados por turistas. Además, las masas de visitantes saturaban los parques e iglesias y colapsan los servicios como alcantarillado y basuras. Esto ha generado múltiples protestas de rechazo contra el turismo y su crecimiento desmedido. En Colombia no estamos lejos de esta realidad, municipios como Salento han sobrepasado su capacidad de carga, cambiando su vocación productiva histórica por el turismo; o Cartagena, que presenta contrastes de lujo y miseria a escasos metros de las murallas. Estos casos reflejan los impactos negativos de un sector que si no es planificado, genera un crecimiento desordenado, dejando como resultado un territorio inhabitable, contaminado y sin identidad.  Hoy tenemos la gran oportunidad de generar desarrollo rural en el territorio del postconflicto, ya que la paz abre las puertas de Colombia como destino ante el mundo. Para ello debemos contar, en primera instancia, con condiciones de seguridad para los visitantes, una infraestructura que permita la accesibilidad al destino y una oferta turística acorde a las expectativas del cliente que cada vez es más exigente, ya que está más conectado, informado y globalizado. 
Dada la dinámica turística del mundo, Caldas avanza de manera significativa en el posicionamiento como destino nacional; ya que cuenta con importantes proyectos de planificación en el Oriente y Magdalena caldense, diseño de rutas como la Ruta del Cóndor o La Ruta Amaranta, procesos de Turismo Comunitario en Manizales y Riosucio; acompañados de proyectos de educación profesional en turismo formando profesionales en ese sector; para garantizar una adecuada experiencia a los visitantes; sin desconocer la gran oportunidad que nos brinda la declaratoria del Paisaje Cultural Cafetero, dada por la UNESCO, la cual nos pone en el panorama internacional como un destino único en naturaleza y cultura. 
El turismo es la industria de la felicidad, basada en el servicio para cumplir los sueños de los viajeros, permitiendo generar un intercambio cultural, a la vez que genera apropiación del territorio, arraigo, conservación de la cultura y de los ecosistemas. Estos últimos son los recursos más importantes, que garantizan un territorio digno de habitar, con oportunidades económicas y sostenibles, con el objetivo de ser compartido no solo con la comunidad local, sino también con las futuras generaciones y los visitantes de todo el mundo.