Hace 40 años las ciudades no eran tan grandes y no había tanta congestión como sucede hoy. Buscando mejorar esto, el sector académico, el sector público y el sector privado coincidieron en que se debía planear la manera cómo iban a crecer las ciudades. 
Sin embargo… ¡Pasó lo que menos queríamos!... Algunos preocupados por cómo iban a llenar sus bolsillos a costillas de la planeación de las ciudades, nos sometieron a un crecimiento desorganizado evidenciado en el alto valor de la tierra; la construcción de viviendas en zonas de alto riesgo y zonas protegidas ambientalmente, que a la larga han terminado por afectar nuestras fuentes hídricas; han generado deforestación y alteración del cauce de los ríos, lo cual ha producido altos niveles de contaminación ambiental que cada día empeora más gracias a los largos trancones.
Teniendo como resultado mayores desastres naturales, afectación a las fuentes hídricas y ciudades más grises que verdes. Observemos un ejemplo:
Desde el año 2003 se ha querido construir edificaciones al lado de una reserva forestal que es la generadora del 35% de agua para Manizales, conocida como Río Blanco. 5.000 hectáreas de bosque que albergan alrededor de 350 especies de aves, el famoso barranquillo (el ave insignia de nuestra ciudad), o por ejemplo el inconfundible colibrí arcoíris, y fauna silvestre (nuestro amigo el venado o el señor oso de anteojos) son motivos más que suficientes para oponernos a la construcción de un proyecto que llevará a vivir a 10.000 personas al lado de esta reserva, que entre otras cosas movilizará cerca de 1.500 vehículos entre transporte público y privado, generando un impacto medioambiental irremediable. La razón, una construcción que se realizará sobre suelo volcánico, rico en agua, por donde pasan por un lado la quebrada occidental, y por el otro las quebradas Popal y 7 Cueros; añadido a esto, terrenos con capa vegetal con más de un metro de tierra y pendientes con más de 40 grados de inclinación que aumentan el riesgo de deslizamientos; como si fuera poco, esta urbanización solo contará con una vía de acceso que en caso de derrumbe dejará incomunicada a toda esta comunidad; sumado a los largos trancones que tendrán que vivir los vecinos de La Sultana y la glorieta de San Rafael.
Hoy, cuando este proyecto está más vivo que nunca, representa un claro ejemplo de los absurdos resultados de la mala planeación. Participa, Organiza y Transforma es un significado pedagógico que le hemos encontrado a los Planes de Ordenamiento Territorial, encargados de definir la vocación de cada uno de los sectores de la ciudad (en qué lugares se ubicarán las industrias, las zonas comerciales, los centros educativos, zonas de protección ambiental, zonas de conservación del suelo y las áreas de expansión (los nuevos lugares aptos para construir). 
En el nuevo proyecto de acuerdo del Plan de Ordenamiento Territorial, se han propuesto 5 nuevos suelos de expansión que comprenden las zonas de San Marcel - Cerro de Oro - Corinto - La Palma - La Linda, terrenos que a su vez cuentan con altos riesgos de deslizamiento, pendientes inclinadas, suelo volcánico, capa vegetativa, y en algunos de ellos un inminente riesgo de inundación como en Potrerillo en el Km. 41. Estas tierras rurales que hoy se venden por hectárea, pasarían a venderse por metro cuadrado de tierra (si se aprueba su paso de suelo rural a urbano) valorizando así los terrenos en una escala de 1 de 10, lo que quiere decir, que una finca que valía 1.000 millones de pesos, por una decisión del Estado, pasaría a valer 10.000 millones de pesos. 
Es por todo esto, que en la nueva versión del POT que se discutirá en el Concejo Municipal; todos debemos unir nuestra voz y exigir que se haga de forma pública, sin intereses particulares para que no vuelva a suceder lo de Río Blanco.