Estamos inmersos en el medio que habitamos. Quietos o en movimiento percibimos las cercanías, los entornos, y las distancias prudentes, con ojos y oídos. Así no estemos atentos al transcurrir distinto, la percepción se hace selectiva e inconsciente. Vemos cómo camina la gente, de qué manera comen, cómo fuman,… expresiones de actitud personal, diferenciadora, muestra de lo múltiple y diverso. Somos distintos, y al percibir las diferencias entendemos lo importante que es aprender a coexistir reconociéndolas.
En esta pasantía de “auto-semestre-sabático” que he tenido, con asiento principal en Herzogenrath (Aachen, Ciudad-región), trato de hacer más consciente ese mirar de las proximidades y las distancias. En paréntesis de labor, vamos Livia y yo de nuestra casa a tomar el tren en vecindades que nos conduzca al centro de Aquisgrán, para visitar librería y en pausa tomar café en el Liège y conversar un poco. Solemos encontrar personas que vamos reconociendo por las coincidencias en horarios. Uno, lleva siempre un perro blanquinegro y suele ser gentil con personas de limitaciones para movimientos, prestando pronta ayuda. Otro, de apariencia marginal, quizá migrante pobre que se hizo en soledad a la vida. Su traje es casi siempre el mismo, muestra de las carencias; fuma y bebe, y escudriña las basuras, pero en la espera se sienta y abre grueso y añoso libro que le retiene en concentración de lectura, al suspender señala con un papel donde va. Aborda el tren y suele descender en la misma estación que nosotros; camina por un andén en la calle Jakob, hasta perdérsenos de vista. Va por ahí a hacer su día sin mayores ambiciones, con regreso en la noche al refugio de su quizá apacible dormir.
Personas las hay robustas por todas partes, cargadas de cosas que también encontramos con frecuencia, y nos hacemos venia de saludo. Al fin los humanos nos parecemos en los instintos de sobrevivir y de perecer. Muchachada no falta en su condición despierta y de tránsito por los lugares de estudio. Chicas de seductora belleza, pero con aparente ajenidad de libido (caso Freud), lo que subraya frialdad e indiferencia.
Curioso: cuando se habla del descenso poblacional en países de Europa, aquí observamos abundancia de jóvenes en embarazo y tiernas parejas con niños en coches o guiándolos en su caminar travieso. Idea de renovación vital hacia un mundo en paz, con lecciones aprendidas en la crueldad de las guerras y en los exterminios de poblaciones en minoría cultural.
No falta la incursión a centros comerciales y a tiendas de cachivaches, con la intención de Livia encontrar detalles para llevarles a familia y amistades cercanas. Son los mismos en todas partes, con similares campañas de mercadeo y predominio del “made in China”, o con la discreta identificación de procedencia: “P.R.C.” Y se encuentran sorpresas, como aquella linternita digital de 4 centímetros de largo con pequeño vástago de acrílico de iluminar con batería plana en el soporte de agarre. O aquel muestrario de fragmentos de roca del lugar, con referencia a los yacimientos en sitios históricos, que resultan ser confites. O el cuchuflí barato y efectivo para conectar memoria USB al iPad-mini 4. O los pequeños bustos de Goethe, borradores escolares, en cubo plástico para lucir la figura.
En domingos y festivos hemos recorrido parques y exposiciones, con Federico-Isa-Leni. Los parques sobrecogen por sus dimensiones, dotaciones prácticas y buen aprovechamiento de los usuarios, sin el control policivo, apenas el predominio de la cultura ciudadana dominante. En Lieja, por ejemplo, asistimos a exposición sobre Roma que resume la tradición de artistas europeos que desde el siglo XVI emprendieron la tarea de rescatar la historia y las prestantes personalidades de la Roma clásica, como en el caso del pintor flamenco Jean Gossaert (“El Mabuse”) quien en 1508 acompaña a Philippe de Bourgogne a Roma y deja en valiosas pinturas influencias del renacimiento italiano, que despiertan la mirada de artistas de las siguientes generaciones.
Visitamos Monschau, ciudad medieval, foco turístico que avasalla, pero con respetuosa conservación de obras arquetípicas, con castillo prominente del siglo XIII, residencia de los duques de Jülich. Ciudad saqueada por el emperador Carlos V en 1543. Fue posesión de Francia en 1795, y en 1815 pasa al reino de Prusia. Su historia refiere personajes que vivieron en ella: el violinista-compositor Christian Urhan, el físico-matemático Elwin Bruno Christoffel, el pintor Vicent Weber, entre otros.
Los sitios de vivienda y gobierno de Carlomagno, infaltables. Con aprecio en los testimonios históricos de la Catedral y el Ayuntamiento en Aachen, de valoración como ciudad moderna temprana, un real espejo de la historia europea. Se encuentran detalles sorpresivos, tal la pintura del apóstol Pablo, con las insignias del poder otorgado al papa León III, a su diestra y Carlomagno a su izquierda. Original que data del 795 al 800.
Y en mis observaciones del mirar están dos bellas especies de la avifauna urbana, que me cautivan y las he fotografiado en todas las poses: la “Bachstelze” (‘motacilla alba’ –Stelzen und Pieper), pajarita de las nieves o aguzanieves (“pitita”), y el “Eichelhäher” (‘garrulus glandarius’ – Krähen), el arrendajo euroasiático. Como personajes constantes, los mirlos y gorriones, de diálogos melódicos largos, singulares.
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