El maestro Germán Arciniegas solía aludir al género Ensayo como el principal aporte en las letras de América Latina. No le faltaba razón al recontar el crecido número de autores significativos en nuestros países, en sucesivas generaciones. Género que ha sido atribuido en su origen a Michel de Montaigne, en el siglo XVI, justo por sus discernimientos agrupados en tres volúmenes, con referencias eruditas pero con relato muy suelto, flexible, al mostrar su vida con libertad de examen, no exento de contradicciones, propias de la naturaleza humana. Nombres esclarecidos en Latinoamérica: Alfonso Reyes, Pedro y Camila Henríquez-Ureña, Baldomero Sanín-Cano, Eugenio-María de Hostos, Mariano Picón-Salas, Valentina Marulanda, Graciela Maturo, el mismo Germán Arciniegas, y muchos más.
El ensayo suele ser científico, filosófico, histórico, o literario, o acerca de las artes. Pero no faltan autores de calidad que ocupándose de temas de su especialidad lo hacen con soltura de lenguaje, con apelación a la comunicación comprensiva más amplia. Colombia no ha sido la excepción. En especial resalto dos nombres de pensadores ocupados de la Filosofía, con acendrada formación literaria, que consiguieron en sus obras expresarse con ilustrados análisis, pero con manejo apropiado del idioma: Danilo Cruz-Vélez y Rubén Sierra-Mejía, de obra reconocida en ámbitos internacionales. Ambos rigurosos en sus indagaciones, con ensayos que recorren amplio campo, desde lo más especializado hasta los de carácter pedagógico y de divulgación para públicos amplios. Su condición de profesores quizá contribuyó a perfeccionar la capacidad de comunicación.
En esa línea de Cruz-Vélez y Sierra-Mejía está Carlos-Alberto Ospina H., profesor/investigador en la Escuela de Filosofía de la Universidad de Caldas, con alta formación de maestría y doctorado, en filosofía del arte, pero con fuerte asidero en la historia del pensamiento. Sus trabajos han sido publicados en revistas especializadas y en publicaciones de divulgación cultural. Desde los tiempos en el Instituto Universitario de Caldas se vislumbró su futuro en el estudio y la escritura, con primeros escarceos en la poesía, pero pronto se dio cuenta que su fortaleza mayor estaba en la escritura de artículos y ensayos, con examen de obras y de temas a los que se fue apasionando. Ha tenido a su cargo cursos y seminarios sobre Heidegger, Nietzsche y Gadamer, de hondura. Dispone de especial condición para exponer con claridad y sindéresis los temas, por haberlos estudiado en profundidad, cautivando la atención de los estudiantes, en pre y posgrado. También en conferencias y tertulias. Asimismo ha sido reconocida su capacidad de análisis en los organismos de dirección de la Universidad, por temperamento moderado y reflexivo, donde ha cumplido papel destacado, dispuesto a la conciliación con apego a los argumentos, ejemplo practicante del “justo medio”.
Aludo en especial a su meticuloso estudio sobre la obra del pintor, grabador, escultor y diseñador japonés Junji Konishi, quien cumplió dos pasantías en la Universidad de Caldas, de dos años cada una, por cooperación de la Jica. Ensayo intitulado: “Junji Konishi, el poder creador del diseño” (2007). Obra de Ospina en la que incursiona por la cultura japonesa, al destacar su desarrollo espiritual, con refugio interior y manifestación en la sencillez de la vida, propicia a la meditación y a la creación, y devela a su vez la manera creativa como Konishi descubre los profundos secretos de los materiales que dispone, para crear obras abstractas de singular belleza, ligadas a la realidad que aprecia.
En tiempo más reciente se publicó su libro “Por caminos de la Filosofía” (Ed. Universidad de Caldas, colección Artes y Humanidades, Manizales 2015). Se aprecia en sus páginas el conocimiento de la filosofía griega y de los filósofos de la modernidad. Recoge ensayos sobre Jaspers, Spinoza, Rousseau, Arthur C. Danto, María Zambrano, Danilo Cruz-Vélez... Escritura nítida, de vocación didáctica, con ritmo y sostenida atención que le despierta al lector. Demarca la intención del científico al buscar la verdad con lógica y expresarla como producto de métodos de rigor, y la del pensador que indaga en el conocimiento con sentido de pasado y aventura de interpretación de obras y de problemas siempre palpitantes, a riesgo de no sentar verdades irrebatibles. También refiere la verdad del arte, que es apariencia cierta, con nexos en la vida y no en la elaboración de conceptos. La provisionalidad es su cometido. Se aparta de manera explícita de los llamados “posmodernos” que buscan más la expresión de impacto, oscuros en ideas y extravagantes en el lenguaje, auncuando, en casos, con asomos poéticos.
Ospina es un filósofo de verdad, con desarrollos originales de interpretación o de discernimiento sobre temas esenciales de la vida en su enigma, la naturaleza del ser humano, el sentido de la finitud y de la trascendencia, lo que el arte dice, la razón poética, los dominios del sentir, del padecer y del pensar, el por qué de la historia fraguada por pasiones…
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