Ordenaron desmontar ese edificio paralítico al que llamábamos “cable aéreo a Los Yarumos”. Una estructura suspendida en el aire que terminó convertida en un monumento a la forma más ruin en la que construimos lo público. Un monumento a la falta de planeación, a la ejecución mediocre, a la improvisación de buenas ideas, a la codicia de lo más vivos, pero sobre todo, a esa desidia tan nuestra con la que taparse la nariz es suficiente para seguir adelante.
Ahora bien, quitarnos este monumento de encima –literalmente, porque está a punto de caernos en la cabeza– es la excusa perfecta para entender que aplicar el retrovisor no basta, que apuntar con el dedo hacia el pasado es necesario pero insuficiente.
Que el gobierno de Llano, que el de Rojas, que Fontur, que los sierrismos, los penaguismos, los lizcanismos. El retrovisor es tentador y no está mal, le da respuestas rápidas a la indignación y devela en el plano simbólico a los responsables que las autoridades no sancionan. Por eso el retrovisor lo suelen usar los políticos, especialmente el liberalismo que ahora busca cualquier cuenta que le pueda cobrar, con razón, a esos partidos que gobernaron antes la ciudad. Incluso al Alcalde de Manizales a veces se le notan las ganas de recriminar a sus antecesores, en una jugada a dos bandas que de un lado protege su imagen y del otro debilita la de sus contendores que gobernaron ya; eso sí, como si él no hubiera sido un concejal de los partidos y de las bancadas de los gobiernos anteriores.
Lo importante acá es salir de la sola tentación política y pasar a la responsabilidad administrativa de no repetir los errores. El retrovisor tiene algo de justicia y algo de necesidad, pero de nada sirve si no deja lecciones y si no deja el compromiso de que nada así volverá a ocurrir.
Sin embargo, para que el retrovisor deje lecciones y compromisos para los gobiernos, es indispensable saber qué fue lo que se hizo mal y qué es lo que no se puede repetir. En esto, las investigaciones de las entidades de control cumplirían un papel fundamental, si existieran, si fueran eficaces, si las conociéramos, pero no suelen ser así.
En el caso del cable a Los Yarumos sería injusto no reconocer el trabajo reciente de la Contraloría General de Manizales (CGM), que justo hace un mes publicó un informe de auditoría sobre el caso. La actual administración municipal debería tomar este informe como un manual para hacer un mejor uso del retrovisor y comprometerse hacia adelante. Veamos por qué.
El primer hallazgo de la CGM habla de una deficiente prevención en la identificación de riesgos en el control interno de Infimanizales al momento de la planeación del cable aéreo. También de una indebida planeación en la etapa precontractual de la obra. Queda la pregunta, ¿las oficinas de control interno de las entidades del municipio están fortalecidas para garantizar una identificación de riesgos de corrupción o de ineficiencia en la ejecución de recursos? ¿Están las entidades del municipio y su control interno ajustados a los nuevos estándares de Colombia Compra Eficiente para planeación y estudios de mercado para los contratos? En el caso de la zonas azules ya quedó probado que no, que la planeación deficiente continúa en algunos sectores.
El segundo hallazgo muestra que en ese cable aéreo no hubo plena correspondencia de la obra con lo que preveía el proyecto del Banco de Proyectos de Inversión Público (BPIM). En pocas palabras se planeó (con deficiencia) una cosa y se construyó otra. Se desconoció que estos instrumentos de planeación son los que permiten hacer control y seguimiento a lo que se va ejecutando. Pregunta: ¿La ejecución del municipio va de acuerdo a los instrumentos de planeación? ¿Los bancos de proyectos funcionan? ¿Se articulan? ¿Lo que la Alcaldía ha venido ejecutando sí es lo que está en el Plan de Desarrollo y en el nuevo POT? O, ¿lo planeado va por un lado y las obras por otra?
El tercer hallazgo enfatiza en el presunto detrimento patrimonial que se configuró en el cable a Los Yarumos al recibir a plena satisfacción una obra técnicamente deficiente. ¿Cómo se están recibiendo las obras de infraestructura? ¿Las obras de mitigación por la ola invernal? ¿La reparcheo de las vías? ¿Son de calidad? ¿Se revisa lo que dicen los interventores y las veedurías?
Si la Alcaldía responde estas preguntas le sacamos más provecho al retrovisor, el resto es hacer política.
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