En Manizales, dos situaciones políticas amenazan con ser pura actuación y abuso.
La política tiene algo de parecer y no ser, de engañar. La moderna es consustancial al incumplimiento de promesas: Maquiavelo le advertía a los príncipes que debían usar toda su razón y toda su fuerza para mantener su promesa en pie, sin tener que cumplirla. La más actual tiene mucho de actuación, de performance, de libreto: el sociólogo Erving Goffman señaló que un político, más que cualquier otra persona, nos dirá lo que sabe que queremos oír, según la información que recoja sobre nosotros.
Ante este panorama, el poder del pueblo en una democracia es desenmascarar, romper los libretos. O con la pregunta incómoda, o con la prueba irrefutable, o con la versión no contada. Con todo lo que evite que el engaño y la actuación se conviertan en abuso, en violación de derechos, en irrespeto a los instrumentos de planeación. Eso es el control social.
Las dos situaciones en Manizales fueron noticia la semana pasada: la elección de la mesa directiva del Concejo de Manizales y la política de módulos en la Plaza de Mercado de Manizales.
Uno
El miércoles, en el Concejo de Manizales se eligieron a los tres concejales que integrarán la mesa directiva para el 2018. Una elección que parecía normal, en la que eligió la mayoría -casi unánime- de siempre. No obstante, quedó en entredicho la participación de las minorías en esa mesa directiva, pues la Ley 1552 de 2012 establece que los partidos declarados en oposición tienen derecho a participar en la primera vicepresidencia de los concejos municipales.
Al momento de la elección se presentó a Opción Ciudadana como un partido de oposición. En consecuencia, el concejal Yhon Eduard Orozco, de esa colectividad, alcanzó la primera vicepresidencia. Nada fue suficiente para mostrar que ese partido ha actuado más como gobierno.
No fue suficiente que ese partido avalara a Octavio Cardona en coalición con el partido Liberal -en el tarjetón, la foto del actual alcalde aparecía al lado de los logos del partido Liberal y de Opción Ciudadana-. No fue suficiente que el concejal Orozco no hubiera hecho mayor oposición en los proyectos determinantes de esta administración. No fue suficiente con verlo acompañar al alcalde Cardona a los barrios de la ciudad -basta consultar las redes sociales del concejal y de la Alcaldía para verlos juntos en esa tarea-. No fue suficiente con que a última hora haya aparecido una certificación de ese partido en la que, ahora sí, justo al momento de la elección de la mesa directiva, se declaraba en oposición.
El reclamo no es solo para el concejal Orozco, es también para la poca seriedad de su partido y para el resto de concejales que votaron y consintieron esta especie de simulación. Al Concejo le hemos celebrado lo bueno pero tendremos que reclamarle lo malo. Esto puede pasar por encima de las garantías democráticas para las minorías y de las garantías de control que tiene la ciudad dentro de esa corporación.
Dos
Frente a la Plaza de Mercado, el gobierno municipal tuvo su momento de actuación y performance. En su Plan de Desarrollo dispuso el libreto: la Galería, junto a otros bienes de la ciudad, “debían planificarse en la cantidad y calidad necesarias para brindar el máximo aprovechamiento de los recursos y el goce efectivo de la vida diaria de los habitantes”. En concreto, se comprometió a la construcción de un quinto pabellón.
En la realidad, ni lo uno, ni lo otro. En su lugar, le apostó a la entrega de módulos, no para poner en la plaza sino para instalarlos en el espacio público aledaño. Una apuesta que ni aprovecha los recursos, como las edificaciones actuales, ni brinda un goce efectivo para los ciudadanos, pues somete a los vendedores a la intemperie y le quita los andenes a los peatones y compradores. Es todo lo contrario al quinto pabellón que prometió. Mientras tanto, los locales de los pabellones se le entregan a grandes almacenes y se va deteriorando el patrimonio de pequeña empresa y de ruralidad que corresponde a ese espacio.
La semana pasada, el Tribunal Administrativo confirmó la suspensión de la instalación de estos módulos en el espacio público. Con una acción popular, ciudadanos y organizaciones, entre ellas la Corporación Cívica de Caldas, buscan recordar que la defensa del espacio público y del patrimonio de la Galería no debe ser un libreto sino un derecho en el Plan de Desarrollo.
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