La debate sobre las terrazas comerciales y sobre los antejardines es una oportunidad para pensarnos el tipo de comunidad que queremos. Al igual que otros temas, como los de movilidad o los de seguridad, el de las terrazas es un asunto que Manizales se ha encontrado y que, de tomarlo en serio, podría alcanzar para imaginar una ciudad ideal para el futuro.
Hace unos días, en la Universidad de Manizales, se reunieron algunos comerciantes y expertos para retomar el debate.
Las terrazas y los antejardines de las casas y los edificios son espacios privados, sin embargo no representan cualquier tipo de privacidad. Están a la vera del espacio público y eso los obliga a tener una función especial para la ciudad. Son el pasaje entre lo privado y lo público. Por eso mismo son una frontera que decidimos abrir o que decidimos terminar de cerrar. Sobre ellos construimos los puentes que nos permiten ir derrumbando los muros con los que nos hemos encerrado para vivir. O sobre ellos levantamos las rejas para ponernos a salvo de eso miedos que preferimos mantener vigentes en lugar de curarlos.
El debate en Manizales ha partido de dos supuestos. Lo primero: es un tema viejo, aunque parezca nuevo. Son años y años en los que las autoridades de Manizales, en diferentes gobiernos, han dejado avanzar el uso de las terrazas comerciales, perdiendo de vista los límites previstos por normas de los años noventa y por el Plan de Ordenamiento Territorial (POT) anterior. De esa forma, hoy tenemos una ciudad que, por un lado, tiene un desarrollo comercial de bares y restaurante que nunca imaginaron las normas viejas y, por el otro, tiene montones de terrazas con permisos pero sin cumplir la norma. Es decir, que mientras más terrazas hay, más se viene perdiendo la vocación con la que fueron diseñadas por las normas de hace más de 20 años.
Lo segundo: no había soluciones en el Proyecto de Acuerdo 111, el cual se hundió hace unos meses en el Concejo de Manizales y contra el que se fueron colgando letreros negros de protesta en varios de los establecimientos comerciales con terrazas. El proyecto traía una idea nueva para un sector que tenía un problema viejo. Entre otros temas, buscaba regular la compensación por el uso comercial de las terrazas y antejardines, pero en terrazas y antejardines que, en parte, no estaban cumpliendo a cabalidad con las normas de ordenamiento.
Entonces aparecieron dos temores. Del lado de los comerciantes, la obligación de pagar una contribución nueva sin siquiera tener certeza de cómo regularizar sus terrazas. Del lado de los ciudadanos, la posibilidad de que el cobro por compensación llegara a transarse por incumplimientos de la norma. La Alcaldía llegó a decir que el pago de la compensación aseguraría la regularización de lo que estaba hoy por fuera de la norma.
Temo que la administración actual tiene una estrategia a la que los ciudadanos ya le han ido cogiendo el ritmo y, por lo mismo, ya no le creen. La Alcaldía escala un problema viejo o evidencia uno nuevo, presenta una propuesta desenfocada pero interesada, se anuncia como el gobierno salvador (en caso de sacar la idea adelante) o se presenta como un gobierno compungido que perdió ante ciudadanos que malinterpretaron su bondad (en caso de no poder sacar adelante). Y nunca pierde, así pierda la ciudad. Lo hicieron con el supuesto rescate del Once Caldas, con las zonas de expansión del POT, con la compensación de terrazas, y, últimamente, con el Cable Aéreo.
A la administración municipal hay que convencerla de que con el foco adecuado, apuntando al punto correcto, se puede poner a coincidir los deseos del gobernante con las necesidades de la ciudad, las prioridades de las oficinas de gobierno con las prioridades de la calle. Pero implica escuchar y construir en colectivo.
Se ha ido encontrando que lo prioritario debe ser la regularización de las terrazas actuales, mucho más que el cobro por compensación, que puede ser una discusión pertinente, pero debe ser posterior. Se ha visto que la regularización debe propiciarse desde una revisión de las normas de los años 90, que hoy parecen viejas y desarticuladas con la realidad actual de la ciudad. También pueden revisarse desde una definición colectiva del tipo de paisaje urbano y de territorio que deseamos: el paisaje cultural cafetero y el paisaje de ciudad universitaria (reconocidos en el POT) parecen dos referentes para definir vocaciones del espacio público y tipos de terrazas comerciales.
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