“Ya varias veces mi vida quise cambiar...”, canta Yeison Jiménez. Canta junto al Instituto de Cultura y Turismo de Manizales, que tampoco cambia. “De mil maneras lo intenté y no lo logré...”, cantan. Lo intentan y lo intentan pero el Instituto siempre termina siendo el mismo. “Esta es mi esencia y nunca lo pude evitar...”, el Instituto lo reconoce y cree que así se excusa, que así se justifica. “Soy mujeriego y parrandero, ya lo se”. Lo sabe, no le importa, es el Instituto del Despecho y con eso le basta.
Pero cada vez le aguantamos menos y vamos llegando al límite con sus historias. Cada vez aparecen más voces ciudadanas e institucionales que explican qué es realmente lo que pasa en el Instituto y por qué no tiene que seguir siendo como es. Lo más reciente ha sido el informe de la Lupa a la Contratación de la Corporación Cívica de Caldas y de La Patria, y la auditoría de la Contraloría de General de Manizales.
La Lupa a la Contratación ha encontrado que el incremento de la contratación directa en el Instituto es exorbitante. Podría decirse que se ha desbordado sin justificación. Según el SECOP, solo entre 2016 y 2017 aumentó en un 1.500%, llegando a una contratación directa de más de 9.000 millones de pesos. Nos dirán otra vez que los contratos directos no son ilegales, pero entonces diremos que sí deben ser la excepción y que en el Instituto parecen política pública.
Tanto la Lupa a la Contratación como el informe de la Contraloría dejaron ver que 67 de sus contratos directos debieron haberse celebrado por licitación, concurso o selección abreviada. Todo estos agrupan dos tipos de negocios que no se deberían confundir. De un lado está la contratación de servicios logísticos y de producción para la realización de eventos del Instituto, especialmente de la Feria de Manizales. De otro lado están los apoyos a iniciativas culturales de la ciudad.
Sobre la contratación de servicios de producción hay que decir que los empresarios que hacen conciertos, eventos, stands o montajes tienen competidores en el mercado y por lo tanto deberían contratar con el Instituto después de una selección objetiva o licitación. Mucho más cuando los valores por los que son contratados no son menores. Deben comprobar, frente a otros competidores, que su servicio es en realidad el mejor en calidad y precio. Ni siquiera debería confundirnos que algunas sean organizaciones sin ánimo de lucro. Esa es la importancia de que las entidades de control asuman la investigación de este caso grave. Saltarse las modalidades de selección objetiva, o hacer pasar un negocio de lucro a través de una organización sin ánimo de lucro, son faltas graves que incluso podrían traducirse en delitos. En este punto la Contraloría de Manizales quedó en deuda al no darle alcance penal a ninguna de sus hallazgos.
En este punto hay que resaltar que entre los contratistas de estos 67 contratos se encuentra otra vez Más Medios Producciones, con 3 contratos por más de 600 millones. Esta es la empresa que durante el 2016 se llevó, a dedo, la mayor parte de la pauta publicitaria en medios de la Alcaldía de Manizales. Parece que son muy buenos.
También en uno de estos contratos directos, en el más grande, para conciertos de la Feria, se contrataron 15 artistas, la mayoría de despecho. Por ellos el Instituto pagó el doble, más del doble o casi el doble de lo que valían. Sin razón, sin justificación evidente, sin documentos previos, sin estudios de mercado, sin análisis del sector, sin cotizaciones públicas, hoy todo el mundo anda haciendo cuentas imaginarias del por qué el despecho nos sale tan caro.
Por otro lado, los apoyos a iniciativas culturales ameritan que la ciudad dé una discusión transformadora. Puede ser el momento para que apoyos al Festival de Teatro, a la Feria del Libro, al Grita Rock, a la Orquesta Sinfónica, entre otros, se dejen de asignar de manera directa y al libre deseo del gobernante. Quizás es momento de cumplir con convocatorias públicas en diferente categorías, con jurados expertos y legítimos. Cada iniciativa podría concursar, frente a otras, para demostrar su pertinencia, su impacto y su necesidad de recursos.
“Hoy por fin he decidido / terminar lo nuestro aquí. / Le hace daño a nuestras vidas / esta relación prohibida…” canta Jessi Uribe. Pero al Instituto del Despecho esa no le suena, le gusta seguir cerca de la relación prohibida, de la que hace daño a nuestra vidas.
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