He pensado mucho en cómo enfocar esta columna, en su oportunidad y su pertinencia.
Son muchos los sentimientos que tengo frente a nuestra Chec y al grupo EPM, casi todos buenos, llenos de orgullo y felicidad, otros regulares y tristes, por no llamarlos de otra forma. La Chec, a la cual llegué como gerente a finales de 2005, fue mi casa durante 9 años, al momento de salir le había dedicado a ella el 41% de mi vida laboral. Es una de las grandes experiencias de mi vida haber logrado recomponer una cultura organizacional, generando líneas básicas de actuación bajo principios morales y éticos, como la vocación de servicio y la honestidad. Es inmensamente satisfactorio.
He afincado mi vida en otro adagio popular, “Lo perfecto, es enemigo de lo bueno”, siempre he planteado que el reto es llegar a ser “buenos” y mi conciencia me indica que allí lo logramos. Nuestra Chec no es perfecta, no es producto terminado, es una empresa que como todas refleja el comportamiento del ser humano, somos imperfectos y plagados de defectos que se transmiten a lo que hacemos, y por ende a las organizaciones.
La Chec, fundada en 1944, estructurada por el Dr. Montes y otros prohombres locales, perdió el rumbo a los 40 años, y fue permeada por intereses particulares y cooptada por unos políticos que hicieron y deshicieron. No generalizo, pues hubo excepciones de resaltar. En 2002, tocó fondo y de qué forma, estaba de recoger, su cultura y sus prácticas, las vergonzosas pérdidas, las deudas agobiantes, los bancos la tenían en sus garras y, obvio, como resultado la Superintendencia estaba lista a intervenirla. Con lo cual el Gobierno Nacional gestionó en 2003 la llegada de EPM como socio controlante, que con este paso iniciaba su camino como grupo empresarial relevante.
Para evidenciar los horrorosos resultados económicos del 2002, con una facturación de 150 mil millones, se perdieron cerca de 50 mil, es decir que de cada peso que se facturaba, se perdían 30 centavos. Parecía un negocio de perros y hamburguesas que tuve, otrora.
Claro que, como se planteó en su momento, si el Gobierno nacional hubiese pagado los subsidios adeudados, y si la empresa pudiese haber aplicado el atractivo ajuste tarifario, que se dio inmediatamente fue capitalizada, seguramente no se habría perdido para la región y para la Nación. Sin embargo, también es cierto que la olla la rasparon, el negocio fue destruido, se comieron el queso y salieron corriendo con el botín.
Pero la empresa era factible, era recuperable y así se hizo, obviamente no por obra de Dios, tampoco por héroes o administraciones iluminadas por extraterrestres.
Estuve 20 años en gerencias de empresas de servicios públicos -ESP- y puedo asegurar que generar utilidades y repartir dividendos es simple, pues entregar resultados exitosos en un monopolio con burro amarrado, con buena tarifa, con mercados desarrollados y productivos, es bastante fácil. Ser exitoso económicamente en una ESP es muy sencillo, lo único que se requiere es decencia y honestidad. Quebrarlas sí es de admirar, ya que requiere concentración, estrategia, pantalones para el daño, tener aliados, compinches o socios en el privado, trabajar día y noche, asumir riesgos, no tener tripas. Esos, los que quebraron nuestra Chec, sí son unos varones, y por ahí están, mondos y lirondos y como si nada, fungiendo ser exitosos empresarios.
Al análisis de factibilidad de Chec solo le faltaba “desprivatizarla”, había que quitársela a unos caldenses que la usaban como su caja menor, había que arrebatársela a una gente que nunca privilegió el bien común y se dedicó a sus intereses personales. Y no me refiero solo a los señalados históricamente, a los políticos de la época que sin dudarlo propiciaron y participaron en el festín, me refiero a un sinnúmero de conciudadanos, de todos los orígenes y pelambres, que hicieron fiesta con un patrimonio construido por nuestros viejos. En resumen, y apelo a lo que les dije a mis amigos pereiranos cuando les tocó vivir lo mismo con su empresa de energía, “tuvimos que perderla para recuperarla”, y “es mejor ser dueño de algo que coparticipe de una quiebra”.
Ahora sí, después del desahogo, y de manera respetuosa, constructiva y con el interés de aportar me atreví a plantearle al Sr. Gobernador lo siguiente: Actualmente EPM está atravesando un duro momento y fruto de esta coyuntura ha decidido vender activos, hasta por tres billones de pesos. No se trata de “al caído caerle”, EPM requiere recursos frescos y allí se presenta una oportunidad única. El 80% de Chec, que es lo que no tenemos, seguramente tiene un valor asequible para la región, es claro que como filial de EPM, Chec perdió toda autonomía y así, gran parte de su capacidad de impactar positivamente nuestra sociedad, es obvio y es un hecho que los años venideros, como resultado de este triste acontecimiento, serán de abstinencia, de recorte, de poca inversión y, sin dudarlo, de reducción drástica en programas de responsabilidad social, que golpearán nuestro territorio.
Gobernador, hoy el panorama es claro, para que entregue un Departamento con futuro, la recompra de Chec, junto con Miel II, que con tanta visión fue recomprado por usted y que hoy vale su peso en oro, con una Licorera revivida de las cenizas, generando utilidades, con un proyecto de Aeropuerto regional estudiado con técnica y de manera juiciosa, tiene en sus manos una oportunidad histórica para recuperar recursos para la sostenibilidad, y que garanticen un camino de prosperidad.
Lo clave es garantizar un modelo que blinde y bloquee a corruptos y tanto antojado con agenda siniestra. “Ahí le queda el trompo en la uña”. Las fuerzas vivas, los líderes locales y la comunidad lo acompañaremos en armar y estructurar este proyecto, volviendo realidad este bello escenario de futuro, con el cual… la plata vuelva a nuestra región.
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