Como es obvio, en esta fecha es obligatorio hablar de lo que ocurrió el pasado fin de semana, lo que nos pasó en el último ejercicio electoral, en este caso en la primera vuelta para escoger Presidente. Soy claro en que no soy politólogo, ni hace quince días era ingeniero de presas hidráulicas, ni en los próximos días seré un experto en fútbol mundial, simplemente quiero compartir mis percepciones y opiniones sobre temas relevantes y actuales.
Pues bien, vuelvo y parto de la gran sabiduría popular, esta dice que “todo extremo es vicioso”, y como siempre estoy convencido que esta aseveración es cierta. El proceso electoral transcurrió en una agobiante e histórica polarización entre “los de satanás y los de mi diosito”. En mi pasada columna, la primera en este espacio, lo planteaba, camino andado desde el miedo, avivado por los paradigmas vendidos y por una cantidad de verdades tergiversadas o exacerbadas, que a través de un marasmo comunicacional, fueron compradas e interiorizadas por un votante atemorizado, presionado y aturdido con tanta y tan plural información, o más bien desinformación -en resumen, miedo-.
Todos decimos lo que pensamos como una verdad revelada y así nos enredamos en la toma de decisiones complejas y críticas.
Según mi lectura de lo sucedido, en esta primera vuelta, el ámbito nacional, dejó:
* Una sociedad, polarizada y con la muy alta probabilidad de polarizarse más.
* La desaparición, con justa razón, pero con implicaciones institucionales delicadas para el futuro de los partidos tradicionales - Requiescat in pace.
* Muy claro que muchos de nuestros líderes políticos no tienen ningún recato, y menos aún respeto por la ley, pues el transfuguismo y la doble militancia fueron el pan de cada día y lo más grave y que es de fondo, visibilizo un comportamiento generalizado, basado en lo que el adagio inmoral plantea que “el fin justifica los medios”, adagio, convertido en base de actuación de muchos, desde hace mucho tiempo.
* Que por un 1,4% de diferencia, no pasó a segunda vuelta una opción más proactiva y tranquilizadora para el futuro de nuestra Colombia. Creo que el miedo construido en contra del “monstruo” pudo más, y dio al traste con la posibilidad de tener un momento menos angustioso para el próximo 17 de junio.
* También, y de manera contrapuesta, dejó un halo de renovación, una esperanza de futuro, un voto de opinión fortalecido, que con unos inmensos resultados pide, o más bien exige, cambios radicales en la forma de hacer política. Y con esto, unos espacios claros, limpios, renovados para la construcción de un mejor país.
En lo local, mi lectura de lo que pasó:
* En un hecho histórico y casi increíble ganó lo que yo denomino la opinión, representada en Fajardo con un 49% de los votos en la ciudad. Cifra sorprendentemente significativa en nuestra historia reciente.
* Ganó una opción diferente a la que por cerca de dos décadas, y con buenos resultados, ha liderado las votaciones para presidente en nuestro terruño.
* Las dos fuerzas políticas más fuertes hoy en la ciudad, las que tienen representación en el Senado, que en esta oportunidad se unieron, fueron superadas en cerca de un 70% por el voto de opinión.
* Los votos, en su gran mayoría, no están amarrados, no son propiedad de nadie, no son endosables, tienen hoy base en el criterio y en la conciencia.
* Hay un claro mensaje de un votante que quiere el cambio, que esta “mamao” de “la misma perra con distinta guasca…”.
Y como colofón…
1º. En los próximos 15 días, con angustia y desasosiego, se moverá el cotarro, se harán negociaciones, negociados y muchas otras cosas. Y votaremos, ahora sí de manera definitiva y para los próximos cuatro años. Ojalá la sensatez sea el ingrediente clave en nuestro actuar.
2º. Mi Manizales del Alma mostró un futuro lleno de opinión y de criterio, de ganas de cambio y renovación, una realidad bien interesante que nos lleva a poder decir “Habemos in futuro…”.
PD: He reflexionado sobre un pecado que nos asiste a muchos, que en perspectiva es vergonzoso, y nos debe llevar a una revisión autocrítica. La mejor información y el más profundo análisis con que contamos para decidir sobre nuestros votos, son las redes sociales y los “memes”. Qué tristeza…
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