Cuando estamos a escasas dos semanas de la primera vuelta de la campaña presidencial -porque no tengo ninguna duda que va a haber segunda vuelta-; cuando ya estamos totalmente desgastados por la campaña, por los ataques entre los candidatos y sus seguidores, porque estamos totalmente aburridos por todos los comentarios que nos llegan por las redes sociales; cuando ya los candidatos están cansados de atacarse entre ellos y no saben qué decir, solo prometer cosas que en muchas oportunidades no van a poder cumplir; a los colombianos nos tocó ya decidirnos y debemos proceder a votar.
Campaña electoral que inició con un candidato que no hace más de seis meses se consideraba elegido y al día de hoy, todo apunta a que ni siquiera va a alcanzar a estar en la segunda vuelta. Con otro candidato que a principios del año era prácticamente un desconocido y todo apunta a que va a llegar a la segunda vuelta. Con otro, que a finales del año nadie daba un peso por él y hoy medio país está pasando malas noches porque tiene el temor -que no es infundado- que puede llegar a ser nuestro próximo presidente; y con otros candidatos que lamentablemente según las encuestas, no tienen chance de llegar a la segunda vuelta.
Petro ha sido el mejor candidato de todos. Eso no quiere decir que me guste y que piense votar por él. Su discurso populista, demagógico y antipolítico ha calado muy bien en los potenciales votantes. Los electores son emotivos y en muchas oportunidades se inclinan por las maneras, el trato y los discursos y se olvidan de su pasado, su historial político y cuál ha sido su desempeño en los cargos públicos y privados.
Petro, que en sus épocas de congresista se caracterizó por ser polémico y por destapar escándalos de corrupción y malos manejos, llegó a la alcaldía de Bogotá por suerte. En esa campaña, entre Peñalosa y Gina Parody que eran los más opcionados para llegar a la alcaldía se repartieron el voto de opinión de Bogotá y Petro terminó siendo el elegido. Puesto en el que se sostuvo de todas las acusaciones, por su mal desempeño como alcalde, gracias a un abuso que hizo de la tutela; además, mostró claramente su soberbia y fue un mal ejecutor de obras y programas. Sin embargo, está muy bien posicionado en la intención del voto y tal como están las cosas en cualquier momento puede alcanzar, al menos en las encuestas, el nivel de aceptación que tiene Iván Duque y seguir desvelando a muchos colombianos.
Esta campaña se ha caracterizado por el exceso de foros de los candidatos y por la permanente publicación de encuestas, que están influyendo mucho en la intención del voto. Lo normal es que al menos en la primera vuelta se vote por el candidato del interés y aceptación del elector -lo que no se va a dar en esta elección- y en la segunda ya se vote, si no se puede por el de su gusto, al menos se haga por el que menos miedo genere.
Vargas Lleras, que puede ser el candidato mejor preparado y con más experiencia, espera que sus amigos congresistas y políticos tradicionales le pongan los votos que los eligieron en las pasadas elecciones y así pueda llegar a la segunda vuelta. Fajardo, tuvo en su momento una buena opción y en los últimos días ha subido un poco en la intención de voto, pero va a ser muy poco probable que logre llegar a la segunda vuelta y Humberto de la Calle que también tiene muy buena experiencia y sin lugar a dudas sería un excelente presidente, no pudo encontrar un apoyo fuerte de su partido y fue muy poco lo que su jefe político -el expresidente Gaviria- hizo para ayudarle en sus aspiraciones.
El candidato Iván Duque tiene a su favor su juventud que lo hace ver como una persona fresca y nueva, pero tiene un lastre muy pesado. Uribe fue el que lo puso en el nivel de aceptación que hoy tiene; pero también Uribe es el que le está impidiendo subir más en la intención del voto y que pueda llegar a salir elegido en la primera vuelta.
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